Los dogmas marianos son considerados verdades que no se someten a dudas, revisiones o críticas y que como su nombre lo indica están basados o centrados en la Virgen María.
Las doctrinas y dogmas marianos nos entregan una visión de la Madre de Dios, como una de las figuras más importantes del cristianismo y de la historia de la humanidad, a la que se debe respetar y venerar.
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Dogmas Marianos
Los dogmas son verdades absolutas e irrefutables, que todo cristiano católico acepta como ciertas. Cuando se refieren a los dogmas marianos, son aquellas proposiciones que tiene como centro la figura de la Virgen María.
Existen cuatro dogmas marianos, es decir, verdades absolutas que están conectadas con María, definidas por el Papa y por la autoridad docente de la iglesia.
Se proponen porque creemos en ellos, y los fieles católicos no son libres de estar en desacuerdo con los mismos.
Los dogmas marianos son la Perpetua Virginidad de María, la Divina Maternidad, la Inmaculada Concepción de la Virgen y la Asunción de la Virgen María.
Virginidad perpetua de María
La Iglesia tradicionalmente presenta a María como “virgen antes, durante y después del parto“, declarando e indicando que en toda su vida, aun en estas oportunidades cruciales, nunca dejó de ser virgen.
El ángel Gabriel le reveló a María que concebiría y tendría un hijo por el poder del Espíritu Santo, a pesar de su virginidad.
Su virginidad física y espiritual ha sido consagrada a Dios y mantenida todo el tiempo, es por eso que la llamamos virginidad perpetua.
En el libro de Isaías, el profeta dice que: “la Virgen concebirá y dará a luz un hijo” (Isaías 7, 14).
De esta manera, concibió virginalmente a Jesús sin corrupción física. También se considera que el nacimiento de María es virginal, es decir, también sin corrupción física.
El Concilio Vaticano II dice que el nacimiento de Cristo “no disminuyó su integridad virginal, sino que la consagró” (Lumen Gentium 57) “y se considera uno de los dogmas marianos.
María es un modelo perfecto de pureza, santidad y entrega, cooperando siempre con el plan divino.
Divina Maternidad
Otro de los dogmas marianos nos indica que María es verdaderamente la Madre de Dios, ya que dio a luz a la Segunda Persona de la Trinidad, que se hizo hombre para salvar a humanidad.
En Oriente se refieren a este dogma con el termino original griego de María, Theotokos, que significa “portadora de Dios”.
María de Nazaret, la Virgen, es claramente la madre de Jesús, lo llevó en su vientre, dio a luz, lo acobijó en su regazo y lo crió con la ayuda de su esposo José.
¿Cómo podemos decir que María es la madre de Dios mismo? Porque Dios es en realidad una Trinidad: un solo Dios en tres personas y María es la madre de la Segunda Persona de la Trinidad, porque solo la Segunda Persona de la Trinidad se hizo carne.
Cuando Jesús fue concebido en el vientre de la Santísima Virgen María, su naturaleza divina eterna se unió perfectamente con la carne humana ofrecida por María.
Jesús tiene una naturaleza humana y una naturaleza divina, pero realmente decimos que él es una persona divina.
Sin embargo, las madres no dan a luz a la naturaleza, sino a las personas, y por lo tanto podemos decir con razón que María es la Madre de Dios porque Jesús es Dios y María es la Madre de Jesús.
El Papa Juan Pablo II nos confirma y amplía la misión de María, esa enseñanza la presenta en su encíclica de 1987, “Redemptoris Mater”.
Él entiende que la maternidad de María también es de fe, no solo fue la madre física de Jesús, sino que también fue la primera creyente, la madre de la Iglesia.
“María como Madre se convirtió en el primer discípulo de su Hijo, el primero a quien pareció decir: Sígueme. Incluso antes de dirigir esta llamada a los Apóstoles o a cualquier otra persona”
Inmaculada Concepción
El siguiente de los dogmas marianos afirma que María fue bendecida en el primer instante desde que fue concebida, por Dios Todopoderoso. Mantenida y protegida intacta de toda mancha del pecado original.
Dios, preservó a María a través de una gracia singular en el momento de su propia concepción, la preservó de todas las manchas del pecado original de Adán y Eva.
Los primeros Padres de la Iglesia dijeron que la desobediencia de Eva tuvo su solución con la obediencia de María.
María fue tentada a pecar como cada uno de nosotros, pero pudo resistir la tentación y el pecado en todo momento debido a su heroica virtud y obediencia a Dios en la fe.
Ella representa el modelo de pureza y santidad desde el momento de su concepción, sino que también mantuvo esta pureza y la aumentó en su unión con Dios.
En 1546, el Concilio de Trento confirmó esta enseñanza cuando declararon que todos los hombres y mujeres nacieron con el pecado original, pero María fue eximida de esa designación, es decir preservada del pecado de Adán y Eva.
Asunción de la Virgen María
La Virgen María, “habiendo terminado su recorrido en esta vida terrenal, asumió la gloria celestial en cuerpo y alma”
Otro de los dogmas marianos es la Asunción y está intrínsecamente vinculado al privilegio especial de María de estar completamente sin pecado, su Inmaculada Concepción.
Cuando Jesucristo murió en la cruz, resucitó de los muertos y ascendió al cielo, abrió el camino al cielo. Sin embargo, al morir nosotros esperaremos su regreso para la resurrección del cuerpo.
Sin embargo María, al final de su vida terrenal, por estar completamente libre del pecado, no vio el declive de su cuerpo terrenal. En virtud de su Inmaculada Concepción, Dios eligió que Su madre fuera tomada en cuerpo y alma en el Cielo para reinar.
María muestra una gran necesidad de corazón puro, para que Jesús pueda vivir en nuestro interior y de allí muchos seamos salvados, ya que de esta manera podemos consagrarnos a ella,rezando una plegaria, la cual revela que Jesús es el camino que nos lleva hacía el Espíritu Santo.
Por otro lado, si la Asunción es una circunstancia especial de María, es probable que su destino sea compartido por todos los fieles.
Cuando Cristo regrese a la gloria, resucitará a los vivos y a los muertos.
Es lo que llamamos la Resurrección general, que profesamos todos los domingos en la Misa en el Credo o durante el Rosario: “Espero la resurrección de los muertos” y “Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna”.
Toda vida humana está inspirada en la imagen y semejanza de Dios. La Asunción de la Santísima Virgen María defiende la dignidad de toda vida humana.
Nuestro cuerpo y alma deben trabajar juntos para seguir a Jesús porque se espera que si Dios quiere, tanto el cuerpo como el alma lo adoren por la eternidad en el cielo.
Otras doctrinas
Existen otras lecciones, enseñanzas, culto y celebraciones que tienen como figura central a la Virgen María, además de los dogmas marianos.
Son doctrinas importantes que usted debe conocer. A continuación mostramos las siguientes las cuales debemos tomarlas en cuenta
Madre de todos los creyentes
En el catecismo católico se indica que: la Virgen María es Madre de Dios y Madre de todos los creyentes, por lo que debe ser honrada y respetada como tal.
Ella es la Virgen María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, la Madre de todos los hijos de Dios. Como se había mencionado la madre de Cristo,l a cual nuestro Señor la habría elegido para concebir a su primogénito como se han enseñado en todos los libros de religión así como la biblia.
María es mediadora
Aun cuando sabemos que Jesús es quien media entre el hombre y Dios y con su muerte nos salvó de nuestros pecados, el papel de la Virgen María como madre es también abogar y mediar por todos los creyentes.
Especialmente por todos los que con sus ruegos y oraciones solicitan su intercesión y mediación por medio de la oración.
En otras palabras los creyentes rezan con mucha fe y le piden a la virgen peticiones que parecen a veces imposibles de cumplir, pero aunque se pueda ver como algo difícil, la devoción con que se pide juega un papel importante.
Reina de los cielos
La iglesia primitiva y actualmente la Iglesia Católica, reconoce y venera a la Virgen María como Reina del Cielo, la Madre del Rey del Universo y la Virgen Madre de quién surgió el reino de todo el mundo.
Esta forma de ser reconocida es muy simple de explicar, si Jesús es el Rey Celestial, esto hace de María, la Reina Madre.
Corredentora
Cuando se refieren a la Virgen María como corredentora quiere decir que participó aunque no sea directamente , en la redención y salvación de todos los hombres, es por eso que se consideraba otro de los dogmas marianos.
Esto tiene como base que la Virgen María como madre de Jesucristo el Redentor, está de una manera indirecta se encuentra involucrada en su misión de redención, pero no por eso su participación deja de ser importante y es considerada mediadora en este proceso.
El título por el que se le reconoce sería María corredentora, mediadora de todas las gracias.
Aun cuando el término corredentora es empleado por la Iglesia en algunos documentos oficiales, hacen hincapié en que no debe igualarse o equipararse con Cristo, pues es el único Redentor.
Como se indicó anteriormente la cooperación de María fue indirecta, ya que puso su vida al servicio de Jesús el Redentor. Quiso ser incluida entre los dogmas marianos, pero no fue aceptado por la iglesia.
La virgen María
María, la madre de Jesús, es una de las pocas mujeres mencionadas en las Escrituras y la única cuya vida y servicio en favor del reino de Dios fueron profetizados cientos de años antes de su nacimiento.
Los cuatro evangelios canónicos, proporcionan sólo breves episodios de su vida y ministerio, porque se enfocaron en el Salvador.
Pero la iglesia cristiana primitiva le asignó el estatus de Virgen, que significa “la portadora o la madre de Dios”, como un recordatorio del trascendental e importante papel que ella también juega en el plan de Dios.
Entendiendo que el Padre, la eligió para convertirse en la madre de su Hijo, así como eligió el espíritu de un hombre como Él para convertirse en el Salvador, debemos tratar a María con el debido respeto y la admiración que ella merece.
El recuento de Lucas de la historia de la Anunciación nos brinda la oportunidad de experimentar aún más gratitud a esta mujer, que siendo aún muy joven, acepto el llamado que Dios le hizo y con el, la responsabilidad que esto conllevaba.
La grandeza de este llamado debe haber puesto una pesada carga sobre los jóvenes hombros de María, pero ella fácilmente subordinó su voluntad a la voluntad del Padre. Su historia nos recuerda que Dios conoce bien a todos sus hijos.
Ella se convirtió en el primer discípulo de Jesús y, por lo tanto, sirve como modelo para todos los que deciden seguirlo.
Nazaret, el hogar de María
El Nuevo Testamento, lamentablemente, no especifica nada sobre la familia de origen de María, sus padres o demás familiares, ni hechos relacionados con su vida en su tierra natal.
No se tiene certeza tampoco si Nazaret era una gran ciudad o un pequeño pueblo, sin embargo, es muy probable que este lugar no desempeñara un papel especial o relevante en la época.
Hasta el Nuevo Testamento, el lugar conocido como Nazaret no había sido mencionado, ni en los antiguos libros.
Sabemos con certeza que Nazaret se encontraba en una colina en la Baja Galilea, sobre el fértil Valle de Jezreel, a 105 km al norte de Jerusalén. Los arqueólogos dicen que Nazaret en el primer siglo era un pueblo y no un lugar grande.
Sus pobladores sobrevivían como la mayoría de la población de Galilea, gracias a la agricultura de subsistencia, criando ganado, pescando y cultivando la tierra para proporcionar a sus familias los alimentos y además pagar impuestos.
No había fortificaciones en el pueblo, tampoco evidencia de que hubiera calles empedradas o arquitectura monumental, o que se empleara materiales costosos en los edificios, como el mármol.
Tampoco las decoraciones eran sobresalientes, ni mosaicos, ni murales, mucho menos valiosas decoraciones extranjeras.
Dos casas descubiertas por arqueólogos que datan del primer siglo son una modesta vivienda de un piso, que consta de dos habitaciones, un techo de paja y un pequeño patio.
Las costumbres del entierro y algunos fragmentos de vasijas hechas de piedra caliza muestran que se trataba de un asentamiento de judíos, no de gentiles.
Aunque ninguno de estos descubrimientos está directamente relacionado con María o su familia, nos hicieron saber cuál era probablemente su vida en Nazaret: una niña rural que vivía en un pequeño pueblo lejos del centro religioso en Jerusalén con su templo, sacerdotes notables y riqueza.
Desde temprana edad, debe haber trabajado junto a su madre y otras mujeres de Nazaret: tejiendo, preparando los alimentos, recogiendo leña, acarreando agua de tanques o pozos y también atendiendo el campo, todo para ayudar a su familia a sobrevivir día tras día.
Algunas muestra de la vocación de María
La historia de María en el Evangelio de Lucas comienza con la aparición del ángel Gabriel, el mismo ángel que había aparecido previamente en el templo de Zacarías (véase Lucas 1:11, 19, 26 ).
Cuando apareció el ángel Gabriel, María era una niña adulta comprometida con José (Lucas 1:27 ). Aunque no sabemos la edad exacta de María en ese momento, en la antigüedad, los acuerdos matrimoniales podían concluirse incluso antes de la edad adulta.
La apariencia de Gabriel y su llamado a María son de misericordia, “que el Señor esté con ustedes”, “benditas sean entre las mujeres”, esto debe haber despertado sentimientos encontrados de vergüenza e incluso miedo en María.
Solo podemos imaginar qué pensamientos pasaron por su mente en ese momento, pero tal vez ella tenía las siguientes preguntas qué a continuación se formulan:
- ¿Por qué Dios considera que soy bendecida entre las mujeres?
- ¿Por qué he encontrado gracia de Dios y qué significa esto?
- ¿Por qué Dios me envió a mí a su mensajero y no a ninguna otra chica de Nazaret o Jerusalén?
Sí, ella era de la casa de David, pero durante ese período de la ocupación romana esto no importó mucho. Al final, ella era una niña común de una familia campesina que vivía en un asentamiento poco conocido.
Gabriel no respondió ninguna de las preguntas que probablemente llenaban el corazón y la mente de la joven Maria.
Él continuó con su misión: Concebirá y dará a luz a un niño, pero este niño será inusual. Su hijo será llamado el “Hijo del Altísimo” y se le dará el “trono de David” (Lucas 1: 32–33 ).
En otras palabras, Gabriel le dijo a María que su Hijo se convertiría en el Hijo de Dios y el Mesías prometido, que vendría a salvar el mundo de sus pecados.
Si María estaba avergonzada y asustada antes de esta declaración, con estas palabras esos sentimientos deben haber aumentado.
María enseña sobre el discipulado, el plan divino para ella era algo diferente de lo que pidió.
Gabriel se le apareció a María para declarar la voluntad de Dios con respecto a ella. En previsión de la boda, María probablemente pensó en tener hijos en el futuro.
Pero, a pesar de la constante y confiada espera del Mesías en el judaísmo del primer siglo, ¿podría María imaginar que ella, una niña rural de Nazaret, se convertiría en la madre del Mesías?
Lo más probable es que no. La pregunta es que el llamado al aprendizaje a menudo requiere cambios en nuestros planes personales para la vida.
Hay tres momentos cuando ella muestra sus sentimientos y Gabriel indica a María como será todo, cual es el plan para ella:
El primer caso es su pregunta a Gabriel: “¿Cómo será cuando no conozco a mi esposo?” La respuesta de Gabriel a María se divide en tres partes.
Primero, le dice a María: “El Espíritu Santo encontrará en ti” “Y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra , por lo tanto, el Santo nacido será llamado el Hijo de Dios”
En segundo lugar, Gabriel le cuenta a María sobre Isabel, que también concibió milagrosamente un hijo, aunque no fue exactamente de la misma manera, no deja de ser una experiencia sorprendente.
El embarazo de Isabel es una señal para María, significa que no está sola, que hay otra persona que en cierta forma entiende por lo que está pasando.
En tercer lugar, Gabriel proclama explícitamente: “Para Dios, ninguna palabra quedará impotente”. Dios hizo lo imposible para que Isabel conciba un hijo.
Las palabras de Gabriel son un recordatorio a los discípulos en todo momento de que, si respondemos al llamado de Dios, Él puede hacer un milagro por nosotros.
La segunda expresión oral de María en esta historia, quizas revela toda la esencia de la devoción y la cosmovisión del discípulo de Cristo: “He aquí, el Siervo del Señor; hágase en mí según tu palabra”( Lucas 1:38 ).
Las palabras “Sierva del Señor” indican que María decidió aceptar el llamado que Dios le había dado. Esta declaración se convirtió en una variante de las palabras que el Hijo de María pronunciaría en Getsemaní: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” ( Lucas 22:42 ).
Aunque es claro que en este momento de su vida todavía no podía entender todo lo que se le pedía, María aceptó la decisión de seguir adelante con fe.
“Y el ángel se apartó de ella” ( Lucas 1:38 ). Cuando Gabriel dejó a María, ella se quedó sola.
Una cosa es que el discípulo de Cristo haga una declaración en presencia del Mensajero Divino, similar a la declaración de María, pero ¿qué hará ella ahora que el Ángel se ha ido? ¿Cómo va a explicar lo que le pasó a sus familiares? Y José?
¿Qué sacrificios tendría que hacer si ellos o la gente de Nazaret no le creyeran? La vida en un círculo estrecho de residentes de este poblado ahora puede ser significativamente más complicada.
Ella recuerda la segunda parte de la respuesta de Gabriel a su pregunta y va a la casa de Isabel, la saludó “el bebé saltó en su vientre e Isabel se llenó del Espíritu Santo, y dijo: ¡Bendita seas entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre!
Su saludo, dictado por el Espíritu, enfatizó las palabras de Gabriel sobre la posición bendecida de María entre otras mujeres.
La historia de María e Isabel sirve como un recordatorio de un aspecto importante en la vida de los discípulos de Cristo, apoyarse e inspirarse mutuamente en tiempos difíciles y que Dios no deja a aquellos a quienes llama cuando llegan las pruebas, les responde, rodeando con buenas manos de otras personas.
En lo que le sucedió, María ve la infinita misericordia de Dios, sobre todo por el hecho de que Él eligió a una niña pobre como ella, para llevar a cabo una labor tan importante.
María un ejemplo para nosotros.
Quienes creen en Cristo, estamos separados de la historia de María por más de dos mil años.
Sin embargo, es un recordatorio eterno de estrega, servicio, fidelidad y un ejemplo de lo que Dios espera que sus seguidores.
Nuestra tarea es ejercer fe y someter nuestra voluntad a Él, aceptar su llamado con la creencia de que su Espíritu nos exaltará en servicio y ministerio.
Títulos o advocaciones de la Virgen
Se denomina advocación mariana es una alusión o modo de referirse a ciertos dones, apariciones, misterios o atributos de María.
También se refiere a las situaciones históricas o geográficas que se relacionan a su veneración.
El catolicismo reconoce además de los dogmas marianos, muchas advocaciones que se relacionan con su figura en si misma o a sus cualidades más veneradas.
Entre los títulos a advocaciones de la Virgen María están:
- Nuestra Señora de Coromoto – Venezuela.
- Nuestra Señora de Guadalupe – México.
- Virgen de Fátima – Portugal.
- Nuestra Señora de Aparecida – Brasil.
- Virgen del Carmen de Maipú – Chile.
- Nuestra Señora del Quinche – Ecuador
- Virgen de Suyapa – Honduras.
- Nuestra Señora de los Ángeles – Costa Rica
- Nuestra Señora de la Paz – El Salvador.
- Virgen de Lourdes – Francia.
- Nuestra Señora de Copacabana – Bolivia.
- Nuestra Señora de Chiquinquirá – Colombia.
- Nuestra Señora de la Merced – Perú.
- La Virgen del Pilar – España.
- Nuestra Señora de Altagracia – República Dominicana.
- Santa María del Rosario – Guatemala.
- La Inmaculada Concepción de “El Viejo” – Nicaragua.
- La Virgen del Lujan – Argentina.
- Virgen de los Treinta y tres – Uruguay.
- La Caridad del Cobre – Cuba.
- La Inmaculada Concepción – Estados Unidos de América.
- Nuestra Señora de Schoenstatt – Alemania.
- Nuestra Señora de la Divina Providencia – Puerto Rico.
- Nuestra Señora del Perpetuo Socorro – Haití.
- Notre Dame du Cap – Canadá.
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