La Virgen María y sus Virtudes Principales

El artículo que vamos a desarrollar trata sobre las virtudes de María, la madre universal estas pueden ser consideradas sentimientos especiales de la Madre de Jesucristo, las cuales hacen que su corazón exprese toda bondad y amor. Te invitamos a leerlo.

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Definición de virtud

“Finalmente, hermanos, todo lo que es verdad, nobleza, que presente justicia, pureza, amabilidad todo lo que se refiere a la virtud, tengámoslo en cuenta” .

Este texto está descrito en San Pablo a los filipenses en el catecismo católico, el cual en su inicio en la tercera parte, referida a la vida de Jesús, hace mención sobre las virtudes de María.

En el mismo se define la virtud como la actitud dispositiva y precisa de practicar el bien y ayudar. Con esta virtud la persona realizará actos de compasión y finalmente dar lo mejor de sí misma ante los demás.

Cuando la persona posee fuerzas espirituales y de sensibilidad hace el bien y lo busca, practicándolo con actos específicos en su vida, ante las demás personas.

Asimismo se define en el catecismo las virtudes como la disposición de hacer las cosas de manera segura y estable, de característica perfeccionista y habitual sobre el conocimiento y la voluntad de los actos.

Estas virtudes igualmente dirigen nuestras actitudes en la vida, organizan las pasiones y nos conllevan a la fe por medio de la razón. Se caracterizan por que ocasionan que la vida buena sea fácil, de gozo y alegría y de total dominio. El hombre que práctica la virtud aplica igualmente el bien.

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Las virtudes morales son adquiridas a través de fuerzas humanas. Las virtudes están consideradas como frutos de actos. Son los frutos y fundamentos de actos de bien. Se fusionan con las facultades del humano para adherirse con el amor divino.

Existen cuatro virtudes que son muy importantes; son denominadas cardinales; las restantes se adhieren a las principales. Como estas podemos mencionar justicia, fortaleza, prudencia, templanza.

Las virtudes humanas son elevadas mediante la gracia divina; estas siempre redundan en el esfuerzo, por medio de actos deliberados y la constancia. Por medio de la bondad y el amor del Padre, adquieren la característica de liberalidad en relación cuando se ejecuta la acción del bien.

La persona que practica la virtud se considera un hombre muy feliz, al momento de ejecutarlas. Cuando las personas están heridas por el pecado no le resulta fácil resguardar la estabilidad moral.

Todos debemos solicitar en todo momento la gracia de la luz y la fortaleza, así como debemos acudir a los sacramentos instituidos por Jesús; cooperación con el Espíritu Santo, igualmente practicar el bien y evitar en todo momento el mal.

En el Catecismo católico igualmente se hace mención a las virtudes teologales. Estas virtudes teologales son referidas específicamente a Dios de forma directa. Ellas preparan a los seres humanos para que vivan una relación directa con la Santísima Trinidad.

Su origen y objeto es netamente Dios. Están fundadas y poseen características de hacer el bien por parte de los cristianos o creyentes en el Padre. Ellas informan y reavivan las virtudes de índole moral.

Son impulsadas por el propio Dios Padre en el alma de los creyentes, con el fin de que sean capaces de hacer obras como sus hijos que son y con ello logren merecer la vida eterna.

Son garantía plena de la acción directa y la presencia del Espíritu Santo en cuanto a las obligaciones de los humanos. Estas como es bien sabido por todos son: fe, esperanza y caridad.

La Santísima Virgen es mostrada como ejemplo de la Iglesia en cuanto a la fe y la caridad. Esto se encuentra establecido en la constitución indiscutible de la Iglesia Católica, sobre el Concilio Vaticano II, en su capítulo VIII, el cual está dedicado a la Santísima Virgen María.

Los sacerdotes del Concilio Vaticano tienen el pensar que la Virgen María no se caracterizó por ser sólo un instrumento pasivo en la voluntad de Dios, sino que también participó en la salvación de los hombres profesando fe y obediencia.

El mismo Capítulo menciona que la Virgen ayudó en la obra del Padre en cuanto a la obediencia, la esperanza, la fe y su caridad incesante afín de reparar la vida de todas las almas. Por este motivo es que nuestra Madre Celestial es catalogada como madre en orden de gracia.

San Ambrosio nos ilustraba sobre que la Virgen María es caracterizada en la Iglesia con la característica de la fe, caridad y unión con el Padre Eterno.

Como es por todos los creyentes la Virgen concibió en la tierra al Hijo del propio Padre, sin tener relación con ningún hombre, sólo por la hermosa presencia del Espíritu Santo.

La Iglesia ha determinado en la propia Virgen María la perfección, los creyentes aún tienen la lucha por el crecimiento en cuanto a poseer la santidad, y por medio de ello vencen el pecado, y por tal motivo elevan sus ojos a la Madre Celestial, la cual es modelo de virtudes para el mundo entero.

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Para que imitemos a María nuestra Madre, es necesario saber como ella misma las vivía, y por medio de ello nosotros ser sus discípulos y aprender como ella a vivir las virtudes con toda responsabilidad.

Antonio Royo Marín, menciona 10 virtudes principales que practicaba la Virgen María. Entre estas podemos mencionar:

La humildad profunda, una fe enorme, la obediencia sincera, la oración a diario, la pureza que la caracterizaba, la caridad, la paciencia, dulzura de ángel y su sabiduría a nivel celestial.

Cualquiera pensaría que debido a las múltiples virtudes de María, se podría decir que no podríamos imitarla, sin embargo ella fue una mujer humana de cuerpo y alma, aunque fue bendecida si con múltiples privilegios de parte de Dios Padre.

Sin embargo a la final fue una mujer al igual que cualquier otra en cuanto a ser madre, esposa, compañera y amiga.

Sin embargo todo esto debe animarnos a ahondarnos en como ella llevó su vida, como vivía, cual era su obligación en cuanto a la economía de la salvación; asimismo como intercede hasta en la actualidad por la salvación de toda la humanidad.

Las virtudes de María

Tal como decíamos anteriormente aquí tratamos de varias virtudes de María o características de la Madre Universal, igualmente conocida como fiel y abnegada servidora de Dios.

La propia María siempre fue caracterizada desde el comienzo de efectuar todas las ordenes que Dios le indicaba, y la misma se hizo sumisa a sus voluntades de cualquier forma.

Cada una de estas virtudes de María representan una cualidad de la misma, podemos mencionar entre algunas de ellas, las siguientes:

Humildad: María se caracterizó siempre por ser una mujer de una humildad increíble, ella siempre asumió las responsabilidades que Dios le indicaba y adoraba lo grande del poder del Padre, ella nunca tuvo una queja ni nada.

La humildad debe estar presente en la vida de todo el que es consagrado del plan que Dios tiene para cada uno de sus hijos en nuestras vidas. La humildad del corazón de María va a la par de la misma humildad del corazón de su amado Hijo Jesucristo.

Este sentimiento de humildad es considerado una virtud que produce alegría a Dios de forma inmensa, a través de ella logramos comprender lo grande del amor y el poder de Dios y podemos reconocerlo como digno de alabanza.

Sencillez: esta cualidad trata de la aceptación de la voluntad de Dios mismo sin exigir nada y siendo conformes con el plan que Dios tenga para nuestras vidas, debemos vernos en el propio ejemplo de nuestra Madre la Virgen María, quien aceptó la voluntad divina sin queja, asumiendo todo con amor de lo que Dios decidió en ella.

Esta virtud es muy importante para la vida de los Consagrados debido a que sin esta no estaremos listos para recibir lo que lleva consigo una vida de entrega, es por esto que debemos ser sencillos si pensamos ser fieles consagrados.

Fe, Esperanza y Caridad: estas son igualmente conocidas como las virtudes teologales, igualmente eran virtudes de María.

Igualmente del mismo modo y por medio de ellas aceptó la voluntad divina sin exigencias de ningún tipo sino acepto todo y lo asumió de manera libre y sin pedir prueba a Dios ni para justificar su fe; al contrario la caracterizaba siempre la fidelidad y devoción hasta el momento de su muerte.

Como consejo a todos los creyentes en Dios debemos poner en práctica estas grandes virtudes y vernos en el ejemplo de nuestra Madre María, debemos aplicarlas en la vida diaria de cada uno de nosotros, ya que al no hacerlo no podremos atestiguar nuestra verdadera creencia en Dios que es quien nos impulsa a practicarlas.

Obediencia: Otra de las virtudes de María, ella la poseía en cuanto a todas las ordenes de Dios y sus mandatos. Fue la encargada de cuidar de su propio hijo hasta el día que éste muere, ofreciéndole una gran educación y una vida correcta y de santidad, por medio de la cual cumplía la voluntad del Padre Dios, el cual le dio esta gran tarea.

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Debemos tomar este ejemplo de la propia Madre de Jesucristo, y aceptar las enseñanzas de la obediencia, que conlleva al camino de la cruz, tal como el propio Jesús obedecía al Padre hasta el momento final, profesando esa gran alegría que sólo el amor permite que demos todo a Dios desde la humildad de nuestro corazón.

Por medio de este sentimiento se logra la fidelidad a la Alianza. Podemos definirla como la generosidad y entrega del servicio de todos los creyentes en Dios para el servicio y la voluntad de Él.

Mansedumbre: la virgen María tuvo un corazón manso y espíritu manso, noble, aceptaba con alegría y humildad la voluntad del Padre.

María nunca fue buscadora de peleas o discordias, al contrario desde el mismo momento de la anunciación del Arcángel Gabriel, se sumió en una bondad y mansedumbre total sobre la voluntad de Dios.

Todos debemos practicar esa mansedumbre que caracterizó a la propia Virgen María, y a través de ella sobrellevar las situaciones que se nos presentan a diario y así lograr la plena devoción a Dios.

Respeto: María siempre manifestó un gran respeto al Padre, en todo el momento de su vida, aún desde el mismo momento del recibimiento de la gracia en su vientre, de llevar al Hijo de Dios.

Ella lo aceptó todo no por temor a Dios sino únicamente por respeto al Padre. Esta obediencia la manifestó en cuanto a todos los mandatos que Dios le daba y siempre cumpliéndolos a cabalidad.

Debemos ver esto igualmente como ejemplo en nuestras vidas que aceptemos los planes de Dios en nuestras vidas y profesar respeto a todos nuestros hermanos de la fe, así como aceptar todas las personas con todos sus defectos y virtudes.

Pobreza: María por su misma sencillez jamás fue apegada o nunca tuvo adhesión a la parte material, al contrario estuvo siempre dispuesta para aceptar lo poco o grande que Dios pudiera ofrecerle.

Nunca se quejó de su vida limitada o de pobreza y al contrario fue obediente en cada instante de su vida.

Otro ejemplo a seguir por todos y cada uno de los hijos de Dios y creyentes en él. Debemos aceptar nuestra pobreza y estar listos siempre a soportar lo que ésta trae consigo.

Jamás debemos apegarnos a la vida material, por el contrario debemos estar y sentirnos preparados para soportar cualquier momento que se nos presente, inclusive la pobreza.

Generosidad: como cualquier madre tuvo mucho dolor de tener que entregar a su propio hijo, sin embargo lo hizo con toda humildad, sencillez y generosidad misma. Con este bello acto demostraba a Dios el amor que le profesaba.

Debemos ser personas generosas con nuestros semejantes o prójimo, y estar orgullosas de Dios en todo momento. Debemos igualmente estar prestos en cualquier momento a la ayuda si se nos presenta cualquier oportunidad.

En todo momento debemos tener presente el sentido de la ayuda y la generosidad en todo momento, ya que el propio Jesucristo en sus enseñanzas nos decía que lo que hagamos a nuestros semejantes se lo hacemos directamente a Él.

Pureza: María en todo momento fue pura y virgen, ella se caracterizó en todo momento por la obediencia tanto a Dios como a todas sus enseñanzas y mandamientos, ello con la fe que le caracterizaba igualmente.

Asimismo su vida fue de total pureza y por ello fue elevada en cuerpo y alma al cielo. Hoy día es ejemplo claro para todos los hijos de Dios, ya que nunca renunció a esa pureza.

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Debemos ser discípulos de María y aprender a practicar esa misma pureza que la caracterizó durante su vida, debemos eliminar todo tipo de impureza que tengamos en el corazón, eliminarlas aunque nos cueste, pero debemos intentarlo y por todos los medios tratar de lograrlo.

Disponibilidad: ella siempre estuvo dispuesta en todo momento para las decisiones de Dios en su vida, nunca se le escucho decir un “NO” por respuesta, al contrario escuchaba cada designio y lo obedecía y asimismo obedecía la voluntad divina de Dios.

Por lo anterior debemos siempre de tener tiempo para Dios y predicar su palabra a todos los que nos necesiten e igualmente hacer el bien a quien podamos hacerlo. Estas son una de las grandes enseñanzas del propio Jesucristo, lo cual debemos hacer con toda disposición.

Entrega total: la promesa a María se deberá ver como el resultado de lo que se experimenta en el corazón de ella como Madre, asimismo nos invitará a darle de a poco nuestra voluntad y libertad de aprender para ser libres y lograr la santidad.

Dios perfecciona la libertad permitiendo con esto que el propio hombre busque el mismo la voluntad divina del Padre, y así entender que Dios es el único camino y que lo hace feliz verdaderamente.

Desde el momento que nos ofrecemos a María le damos y ponemos en su manos todas nuestras preocupaciones, angustias, planes, situaciones que estemos pasando, teniendo verdadera seguridad de ella, no con temor ni duda.

Ella en todo momento nos ayudará y nada más nos solicitará la capacidad que tengamos de ofrecer y dar todo con las fuerzas propias de cada uno de nosotros. Solamente nos pedirá esto ya que su intención verdadera es hacernos crecer en todas las áreas de nuestra vida.

Confianza: en María siempre se observó la confianza en el Padre, ella nunca tuvo dudas en servir a su Padre.

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Este abandono de la virgen María fue posible gracias a la gran confianza que ella profesaba al Padre. Es importante este valioso don en la vida es pieza clave para cada ser humano.

Este sentimiento es considerado la característica del amor que profesamos a la Madre de Dios y de la confianza que tenemos en ella.

Debemos colocar todas nuestras esperanzas en las bondadosas manos de nuestra Madre Universal María. Nunca debemos tener duda de su gran amor a cada uno de nosotros sus hijos y de su amor maternal y providencial, aunque se nos presenten dudas y tentaciones en el camino.

Debido a nuestros pecados tenemos la característica de que se marque nuestra pequeñez, de nosotros dependerá que si tenemos verdadero sentimiento de humildad en el corazón, no tendremos que caer en la desesperanza, por el contrario aumentará nuestra confianza en Dios.

Abandono: todos debemos practicar este sentimiento que profesaba María a Dios en su seguimiento hacia Él. Debemos tener verdadero sentido de seguimiento a Dios inclusive debemos dejar de ser necesario a familiares, amigos, todo por seguir al Padre.

Este valor consiste en abandonarse de corazón y totalmente en las bondadosas manos de María, así como cuando nos abandonamos en los amorosos brazos de nuestra madre terrenal, como ejemplo debemos tener presente como el propio Jesús vivió en los brazos de su madre.

Debemos dejar que ella nos lleve como nuestra Madre ya que el amor de ella es infinito hacia cada uno de sus hijos; debemos dejar que ella sea la que nos guíe en cualquier momento de nuestra vida, tomémonos de su bendita mano y confiemos en su amor sin angustias ni excusas.

La pequeñez interior: esto es referido al sentimiento de pequeñez interna en su corazón lo que permitió que María fuera conforme a la vida de la entrega a Dios.

Tal como la misma frase lo dice es la actitud que debemos tener en lo más interno de nuestro corazón, la humildad que debemos profesar por ser queridos, amados y guiados por la poderosa mano de la Santísima Virgen María, por la senda que nos haya destinado caminar. Ella tenderá su mano a cada hijo suyo. Es la percepción del corazón de madre que nos ama con toda su fuerza.

Por medio de esta entrega y abandono así como la confianza en nuestra Madre del Cielo, volvemos a sentirnos como niños protegidos por los brazos de nuestra Madre. María misma nos transita por el camino y nos hace niños y pobres. Cuando nos hacemos niños permitimos ser conducidos, en este caso por el gran amor de María.

Los que amamos de verdad a María somos los que la entendemos con un corazón de niño. El misterio de María se hace oculto para aquellos que no sientan corazón de niño en los brazos de nuestra Madre Celestial.

María siempre será caracterizada por ser enseñanza de humildad y pureza de corazón, de esta manera ella pasa a conocer los secretos del Padre. De esta manera ella logra copiar a Jesús en cada uno de sus Consagrados.

María nos ve como sus niños recién venidos al mundo que necesitan de calor, amor, alimento, cuidados, por el amor de su madre. Ella nos solicita que seamos diminutos y que profesemos humildad de corazón, de esta forma estaremos presentes en su corazón.

Docilidad: esta es otra de las características y virtudes de María; durante toda su vida demostró ser una mujer dócil y siempre estuvo a disposición de la voluntad divina.

Este sentimiento de humildad debe prevalecer en nuestro corazón ya que si profesamos la humildad nos encontraremos guiados por Dios, tendremos enseñanzas de acontecimiento providenciales del diario vivir; con ello igualmente no estaremos pendientes de forzar o adelantar los planes o tiempo de Dios, ni los detendremos cuando lleguen.

Disponibilidad: María siempre se caracterizó por la disposición hacia las cosas de Dios desde el principio y al momento de concebir en su vientre el milagro del Espíritu Santo.

Con la disponibilidad que tengamos en el corazón, estaremos capacitados para responder a los requerimientos de las personas de nuestro diario vivir;  de los que debemos dar a conocer el evangelio, a tener el sentimiento de la ayuda y tener siempre un corazón dispuesto a servir.

Las personas cuando son dóciles a Dios se hace presente en su corazón el sentimiento de disposición para los demás, y nace en ellos los sentimientos de ayuda sin esperar nada a cambio.

La disponibilidad es la actitud interna que se caracteriza por ser de una manera incansable y bondadosa con nuestros semejantes o prójimo. El propio Jesús quiere de nosotros la disposición de dar todo por los demás, así como él mismo lo hizo por la humanidad en la cruz.

El desea y nos exige que tengamos verdadero sentimiento de ayuda y disposición con nuestro prójimo. Así como lo estuvo su propia Madre que amo a todos sus hijos con sencillez, generosidad y entrega total.

Fidelidad y firmeza: la Virgen María siempre le creyó y obedeció a Dios, asimismo demostró adoración sólo al Padre, nunca a otros Dioses.

Debemos ser perseverantes siempre y así seremos fieles a lo que nos exige la relación con la Alianza en el corazón de la Virgen María. Asimismo debemos sentir verdadera fidelidad en situaciones complicadas o duras; no debemos dejarnos vencer por las diversas disyuntivas que aparezcan en nuestra vida.

Perseverancia y paciencia: estas dos virtudes de María debemos tenerlas muy presentes en nuestro corazón. Asimismo debemos tener una vida de creencia real y entrega a Dios. La práctica de la perseverancia debe estar presente en momento de pruebas difíciles de la vida diaria.

La Virgen María siempre fue paciente y perseverante, ante las pruebas que se le presentaban durante su vida. Sin embargo ella estaba segura y confiada pues contaba con el apoyo del Padre Eterno.

La perseverancia trata de que no debe ser solamente el amor a Dios por un día, no, debe ser toda la vida y de manera creciente y poco a poco. El mismo Jesús decía: “El que persevere hasta el fin se salvará”.

Con esta virtud aprenderemos a llevar nuestras situaciones difíciles y adquiriremos paciencia en todo lo relacionado con nuestras dificultades diarias; con esta virtud dominaremos la impaciencia natural que nos embarga y con la paciencia aprenderemos a poner en práctica las enseñanzas de Jesús Paciente y Humilde de corazón, el cual nos decía: “Mediante la paciencia poseeréis la tierra“.

Vida de oración: nuestra Madre del Cielo llevó siempre vida de oración, con ello demostró siempre la fe verdadera que sentía hacia el Padre Eterno.

Aparte de la participación en la misa o eucaristía de los fieles y creyentes es importante también la Comunión diaria; e igualmente es fundamental en su vida la oración en todos los ámbitos de la vida, y hacerla a diario o con frecuencia.

La oración debe ser hecha de forma constante, puede ser realizada en cualquier momento del día y en cualquier lugar, aunque es recomendable hacerla en un sitio silencioso para mayor concentración y comunicación con nuestro Padre Eterno.

Debemos igualmente sentir plena confianza al elevar la oración, ya que tenemos que sentir la confianza en lograr el objetivo de la misma dependiendo el motivo por el que se haga. De todas las formas es importante la fe y la confianza en la divinidad al momento de hacer la oración.

Debemos recordar las palabras del propio Jesús en cuanto a la oración o lectura de su palabra cuando nos decía: “Donde hay dos o más reunidos en mi nombre allí estoy yo”.

Todas las oraciones son alegrías para Dios, especialmente la oración de la liturgia. Asimismo podemos mencionar igualmente como oración especial a la Virgen María el Santo Rosario, el cual es una alabanza hacia nuestra Madre Celestial.

Igualmente cuando hacemos el Santo Rosario de manera gradual o progresiva es una forma de unión con Dios, y de esta manera nuestra alma se libera de obstáculos y nos va conduciendo a la santidad.

Espíritu de sacrificio en el misterio de la Cruz: María siempre tuvo su norte o dirección por el ministerio de la cruz, en todo momento se sintió agradecida con Dios, por medio de la muerte de su hijo para la redención del mundo entero, por tal motivo María siempre fue su más fiel devota.

María nos exige una vida ejemplar dedicada a la entrega, humildad, sacrificio; esto nos lo solicita a cada uno de sus hijos como verdaderos creyentes en Cristo. Nosotros como creyentes en él debemos siempre tenerlo presente en nuestro corazón y que nunca lo abandonemos.

Cuando nos aferramos a María igualmente asumimos esa misma obligación pero más pequeña, e igualmente se acepta una cuota grande o pequeña sobre el sufrimiento; llevando sobre nuestros hombros la cruz que Jesús coloca cada día en nuestro camino, pero siempre confiando que con su apoyo y poder la podremos sobrellevar.

Nuestros sufrimientos y dolores o penas debemos vivirlo tomando en cuenta el amor a Cristo, y recordando que él murió por la humanidad entera en la cruz por la redención de todos.

¿Cómo era la fe de María?

Como sabrá el lector la fe es una de las virtudes teologales por medio de la cual tenemos nuestra creencia en Dios así como en todas sus enseñanzas y la palabra que nos reveló durante el tiempo que duró en la tierra; y la que la Iglesia nos propone, ya que Dios mismo es verdad.

Ella siempre tuvo la seguridad de la existencia de Dios Padre, era una muchacha judía, fue educada en la fe del mismo pueblo judío. Ella siempre creyó en Dios todo el tiempo al igual que sus familiares y parientes, siempre vio que Dios era justo y Todopoderoso, y que fue revelado por medio de los profetas a todo el pueblo de Israel.

María siempre fue sierva y así se sintió toda su vida, tal como lo manifestaba el profeta Samuel, quien sostenía: “El Señor hizo presencia y llamó como las veces anteriores: “Samuel, Samuel”. A lo que Samuel respondió: Habla, que tu siervo escucha”. En este momento ya reconocía a Dios como Padre y Poderoso.

En esta afirmación vemos como María se sentía criatura delante de su propio Padre y Creador. Siempre reconocía el poder y autoridad de Dios, así como los planes que Él le profesaba.

María profesaba una confianza y paz interna que siempre fueron características en cuanto a la aceptación libre del misterio de la encarnación. Todo ello fue como consecuencia de esa fe fuerte que poseía y que recibió durante su educación entre los catorce y quince años, momentos antes de que el ángel Gabriel hiciera la anunciación milagrosa.

La Madre del Cielo siempre estuvo segura del amor de Dios hacia ella y que Dios la amaba sin tener mérito alguno solo por ser su hija y por este motivo le debía algunas obligaciones.

Durante el momento de la Anunciación se afirman bases de la creencia cristiana. Desde el mismo momento del sí de María, se aceptaba la voluntad de Dios en su vida, ella asumía ese primer deber con su propio Padre.

Por medio de estas virtudes de María debemos tener presente cuales son nuestras obligaciones para cumplir hacia nuestro Creador. En la actualidad son muy pocos los creyentes que tienen planes en cuanto a esto en sus vidas.

María siempre se sintió muy agradecida de la vida, de poder poseerla, y de servir a su Creador. Al observar la vida de María, podríamos hacer las siguientes interrogantes, a saber:

¿Qué necesita Dios en general, en la actualidad, en cuanto al mundo y la Iglesia?; ¿En cuanto a nosotros, que necesitará de cada uno?

La respuesta a esto debería de ser en cuanto a lo general y particular, debemos tener el discernimiento de la voluntad de Dios Padre en nuestras vidas y debemos aceptar las situaciones como se presenten sin lucirme por los triunfos y logros, así como por las derrotas o fracasos.

Igualmente lo que podemos cambiar debemos lucharlo todo el tiempo; y lo que no podemos cambiar debemos aceptarlo con total y sencilla resignación, pero sintiendo dentro de cada uno una alegría, aceptando de forma complaciente la voluntad o plan del Padre en nuestra vida.

María en todo momento fue feliz, inmensamente feliz, desde el mismo momento de la Anunciación por parte del ángel Gabriel, hasta la propia Pasión de Jesucristo. Se caracterizó en ser feliz ya que en todas las formas siempre hizo la voluntad del Padre Eterno.

Ella hacía la voluntad del Padre de manera libre, aceptando de forma absoluta los planes que Dios le asignaba, siempre meditaba las cosas en su corazón y se enamoraba de Dios día a día, aplicando sus mandamientos y aceptando las bienaventuranzas.

Asimismo aceptando cualquier circunstancia o consecuencia de la misma naturaleza de Dios, el amor y la propia humanidad, hasta el momento de su elevación al cielo en cuerpo y alma, desde donde sigue profesando un gran amor a todos sus hijos.

En el documento denominado Tratado de Devoción de María Santísima, San Luis María Grignion de Monfort, hace referencia a la verdadera fe y auténtica confianza en Dios que sentía. Igualmente afirma que Dios desea formar hijos a través de María hasta el final de los tiempos.

Podemos ver que siempre existen el padre y la madre en cuanto a la generación natural y del cuerpo, igualmente sucede en lo celestial existe un Padre que es Dios, una Madre que es María.

Debemos reconocer a nuestra Madre Universal como tal ya que si no lo creemos así tampoco tenemos a Dios en nuestro corazón como Padre.

Asimismo continúa sosteniendo el santo francés que las personas consideradas incrédulos o herejes se caracterizan por no creer en la Virgen o despreciarla, asimismo tratan de minorizar el amor que se le profesa.

Es por tal razón que para que ella sea ensalzada, honrada y alabada como se merece debemos hacerla conocer y repetir junto a los santos: De María, Nunquam Satis, no es suficientemente conocida.

En el libro la Virgen Nuestra Señora de Federico Suárez en un capítulo específico se menciona la fe igualmente de María sobre las otras virtudes de ella, ella siempre creyó en el misterio de la encarnación sobre cualquier cosa siempre creyó en todo momento en ello, por tal motivo la propia Isabel le daba alabanzas.

En la Biblia existe una gran manifestación de la fe, esta es referida a la que tenía Abraham, sin embargo no es más grande que la demostrada por la propia Virgen María. Ella no imaginaba en ningún momento la idea de la maternidad en su vida, ni que en su futuro fuera a suceder tal hecho.

En las costumbres judías se casaba a las mujeres de forma temprana, para que de esta manera pudieran reproducirse y continuar la especie humana. Sin embargo el momento de la anunciación hecha por el Ángel Gabriel le cambió sus ideas de manera repentina y hasta si se quiere radical.

María no tenía ninguna garantía de lo que sucedería. En su cabeza nunca hubiera pasado la idea de que una mujer tuviera un hijo sin haber conocido hombre antes, a menos que sucediera por la ley natural; mucho menos imaginaba ser en algún momento la Madre de Dios y de toda la humanidad.

Desde ese momento se comenzó a exigir de ella una enorme grandeza que superaría lo humano, una ilimitada, cierta y absoluta creencia verdadera en la palabra de Dios Padre; en tanto en cuanto a la Encarnación.

El marido de Isabel, Zacarías; por una situación mucho menor resistía de pensar que su esposa Isabel pudiera concebir un hijo con avanzada edad. No entraba en la posibilidad de sus pensamientos.

Sin embargo ya desde el inicio de los tiempos María para los planes de Dios ya ella era llena de gracia y se convirtió en la criatura de más humildad que pudiera existir. Dios exigió mucho más a María que al mismo Abraham.

La Virgen María no entendía claramente el misterio de la Encarnación, sin embargo ella creía absolutamente en Dios y su enorme poder, asimismo conocía de las promesas que se le hicieron al pueblo Judío. Finalmente creyó en lo que Dios le planificaba y todo lo que el Ángel de la Anunciación le revelaba.

En ese momento se produce un gran acto de fe con la afirmación y aceptación del mensaje enviado a María por Dios a través del Ángel Gabriel. Desde ese momento ella aceptó y creyó absolutamente todo lo que Dios le comunicaba y el Verbo se hizo hombre.

Este crecimiento interno así como la madurez que se produce en María luego del momento de la Encarnación resulta inenarrable. Con esta revelación Dios mismo la acercaba más a Él.

Con relación a lo anterior podemos determinar que la fe se hace necesaria en todo ámbito tanto superior como sobre natural. Debido a lo anterior es la razón por la que Isabel viendo la gran fe de María la alaba y profesa al momento de la visitación: “Bendita Tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”.

La fe es una virtud tan importante en la vida de cualquier creyente o ser humano, ella fue la causal de cambio de la faz de la tierra por una gran cantidad de hombres con características de falta de estudios, sin relaciones ni influencias; lo lograron sólo con esa enorme arma como es la fe en Jesucristo.

Los propios apóstoles no poseían más nada sino la fe. Igualmente la predicación de San Pablo se radicaba totalmente en la fe. Asimismo San Juan con ternura y seguridad señalaba: “pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es la fe”.

En relación a lo anterior “Jesús comentaba: ¿podré?. Y la respuesta siempre es y será: “todo es posible al que tiene fe”.

Al momento de producirse el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, los mismos judíos interrogaban a Jesucristo sobre que debían hacer para que Dios estuviera agradado o feliz. El mismo Jesús les decía: “La obra de Dios es, que crean en el Hijo de Dios, que ha sido enviado”.

Hoy en día la virtud de la fe ha pasado en muchos cristianos o creyentes a ser una virtud mínima que influye poco en la vida diaria de las personas, a pesar de que el propio Jesús hacía suficiente insistencia en cuanto a ella tanto a sus discípulos como a toda la humanidad, ya que ella es pieza clave para la entrada al Reino de Dios en el Cielo.

Existe hoy día un resquebrajamiento entre mundos diferentes; una es la falta de unión que debe ser vital. Ninguna persona debe vivir su vida sin tener creencia en nada, ya que esto poco a poco va llevando al enfriamiento de la virtud de la fe.

¿Qué garantizaba a María que lo revelado por el Ángel Gabriel no sería un sueño sin sentido?

La fe no forma parte del raciocinio, no, ésta trata de un sentimiento superior, es la creencia verdadera y sincera de corazón en Dios, sus enseñanzas y su propia palabra asentada en las Escrituras Bíblicas.

Es importante en todo momento la creencia en Dios así como lo hizo la propia Virgen María y como consecuencia de ello y hagamos la voluntad del Padre; nuestra gracia será mayor y estaremos más cercanos a Dios; con ello a medida que estemos más cerca de Él, obtendremos más luz y tendremos más claridad y nuestra fe se tornará más fuerte y viva, así como poderosa.

La fe igualmente es definida como algo que no vemos pero sabemos que está allí y que existe, a esto es que se feria Peter Wust, sobre el riesgo audaz de la fe.

La fe es una virtud que cuando llegamos a sentirla verdaderamente nos hace sentir y tener la voluntad de creer, y por medio de ella se vuelve viva, penetra en todo nuestro corazón y nuestra mente.

La fe está hecha para vivirla y dejarse guiar absoluta y perfectamente por ella, tal como lo vivió la propia Virgen María. La fe en pocas palabras es el acto de ayuda entre el hombre su ejercicio y el poder de Dios. Es igualmente tener la certeza de lo que no se ve cuando pedimos algo en oración o esperamos un respuesta de nuestro Padre del Cielo.

Otra de las virtudes de María. La esperanza: ¿Cómo era? ¿Cómo la vivió?

Como ya mencionábamos en párrafos anteriores la virtud de la esperanza es otra de las tres teologales que conocemos según el Catecismo y la Iglesia Católica. Esta es la virtud que nos permite esperar confiados en la entrada al Reino del Cielo y la vida eterna con Dios.

Por medio de ella nos apoyamos en las fuerzas del Espíritu de Dios mismo, y por las promesas dadas por nuestro Señor Jesucristo. Todo ello poniendo la plena confianza en las fuerzas divinas del Padre. Pasa a ser el anhelo que sentimos puesto en nuestro corazón por Dios.

La esperanza podemos definirla igualmente como el disfrute o gozo de lo que no tenemos, pero con la plena convicción de que se logrará terrenal y en la vida celestial y eterna. Igualmente se trata de una paz interna y la seguridad de la victoria final.

Las escrituras son claras en relación con esto ya que se afirma y nos aconseja: “Que la esperanza debe permitirnos estar contentos y alegres; mantenernos fuertes en las pruebas, seamos persistentes en la oración”.

Esta virtud igualmente nos transmite fuerza para que sigamos la lucha en todos los aspectos de nuestra vida, el trabajo, la salud, la familia, los hijos, el matrimonio, etc. Es símbolo de firmeza y alegría.

La Virgen María en algunos momentos de su vida percibió la esperanza, principalmente en momentos difíciles que pasó, así como momentos de mucho sufrimiento. Asimismo debemos recordar que María reaccionó a lo vivido ante los momentos de la Pasión de su propio Hijo y ante la Cruz, en ese momento siempre sintió la virtud de la esperanza.

Durante la época de dolor que pueda estar pasando cualquier cristiano o creyente en su vida, por medio de la virtud de la esperanza podrá sentir la presencia de Jesucristo. Los cristianos muchas veces nos identificamos con la Cruz de Jesús, ya que representa a Cristo mismo, no por el sufrimiento que ella representa.

En el momento de la pasión de Cristo, María nunca se trató de salir de la situación, al contrario consiguió verdadero alivio en su Hijo, por medio de las promesas y la esperanza que Dios le profesaba como Todopoderoso.

En muchas oportunidades María pasaba por dolores que ella divinizaba en momentos determinados, sin embargo cuando no podía hacerlo encontraba consuelo y alivió en su propio Hijo Jesucristo, y le daba fortaleza para continuar adelante y esperando con la virtud de la esperanza, que en este tipo de situaciones es característica.

El hombre en la actualidad se encuentra inmerso en la cultura de la muerte, el sufrimiento y el dolor. Con ello pierde la opción de estar cerca de Jesucristo, de sentir su fortaleza y de crecer en la superación de las luchas por una mejor situación.

Igualmente en esta etapa igualmente la Virgen se mantuvo firme en la Cruz, a diferencia de los discípulos los cuales nos se mantuvieron firmes. A diferencia como decíamos María en todo momento se mantuvo serena, firme, abnegada hasta el momento final, nunca se rindió ya que tenía presente que las situaciones duras se vencen como soldados cansados.

El comportamiento de María en todo momento fue práctico, femenino, siempre estuvo presente, nunca tuvo miedo, siempre estuvo esperanzada con la fuerza que le daba su propio Hijo Jesús.

Como consejo ante estas enseñanzas debemos por todos los medios de imitar a la Virgen en relación a su comportamiento ante las dificultades que vivió, el dolor, la enfermedad, sufrimiento ajeno y de ella misma. Nunca debemos huir de las situaciones por duras y difíciles que puedan ser.

Debemos pedir su auxilio y su fuerza para no decaer en momentos difíciles de nuestra vida, ella nos dio el más bello ejemplo en vida del camino que debemos seguir y en estos tiempos de su poderosa mano y protección divina.

Igualmente debemos esperar y vivir la gloria de Dios y del Cielo, la cual nos determinó siempre en sus enseñanzas, asimismo hagamos siempre su voluntad. Debemos esperar la gracia de Dios en todo momento difícil de nuestra vida y por medio de ella seguir perseverantes todo el tiempo.

La virtud de la esperanza tiene su origen en la vida de Abraham al igual que el modelo, asimismo satisfecha en Isaac, en relación a esto se determina en la palabra lo siguiente:

“Apoyado en la esperanza, asumió contra toda esperanza que sería padre de muchos pueblos, en relación con lo que se le determinó en su momento: así será tu descendencia”.

La virtud de la esperanza estaba manifiesta desde el inicio de las enseñanzas de Jesús, con lo cual se acrecienta la esperanza nuestra al cielo y a la tierra que Dios nos prometió; nos conducen por el camino correcto hacia ella por medio de las pruebas que vivimos a diario.

Esta virtud está basada en la oración básicamente en el Padre Nuestro. Por medio de la esperanza la Iglesia pide que los seres humanos sean salvos. Podemos determinar igualmente que esta virtud esta relacionada a la fe, una fe no en un Cristo muerto sino Resucitado.

Hay que tener claro todos los cristianos y creyentes que debemos esperar y tener claro que luego de la Cruz existe la Resurrección. Las personas deben vivir el cristianismo con la seguridad de que tenemos la compañía segura de alguien que nos apoya, nos da fuerzas, nos ayuda y que no estamos solos en ningún momento.

Tampoco debemos sentirnos solos frente al pecado tanto propio como pecados ajenos. ¿Qué es el pecado? , éste trata exclusivamente de la falta de amor, por tal motivo nunca tuvo entrada en la vida de María, ya que ella era inmaculada desde la concepción del Hijo de Dios.

Debemos darnos con verdadero amor hacia los demás y nuestro prójimo, esto es un acto de justicia. Esto era sostenido por la Madre Teresa de Calcuta, igualmente sostenía:  “Hay que dar hasta que duela”.

Las personas deben vivir con la seguridad y la esperanza de que luego de la muerte existe la vida eterna, y tener presente que Dios nos estará esperando para recibirnos y ofrecernos sus manos y misericordia divina.

¿Cómo vivió María la virtud más importante de la caridad, según San Pablo?

Esta es una de las virtudes de María, caracterizada por profesar el amor a Dios sobre todo, así como el amor al prójimo como a nosotros mismos, tal como el propio Jesús nos enseñó. Jesús hace de la Caridad un mandamiento nuevo.

Por medio de esta virtud de Caridad se asegura y purifica la facultad de la humanidad sobre el amor. nuestra facultad humana de amar. Por medio de esta es llevada a lo perfecto y lo sobrenatural que caracteriza al amor divino.

Igualmente por medio de esta virtud se nos pide ser benevolentes, hacer el bien de forma desinteresada y con generosidad, amor y comunión. Esta virtud está caracterizada por que con ella todo se espera, se cree, se soporta.

Esta tiene por recompensa el gozo, la paz, la misericordia. San Agustín sostenía que la finalización de las obras que hagamos debe ser el amor, este debe ser el norte y debemos caminar hacia él, así cuando lo logremos sentiremos descanso y reposo.

En el libro sobre María se trata del tema de la visita de Isabel a María, pero lo trata Santiago Martín en el libro como un viaje de Caridad.

El motivo de María de visitar a Isabel es claro que no fue la curiosidad humana, ni la ayuda al prójimo sino por el contrario fueron netamente motivación religiosa con lo que practicaba una obra de caridad específica.

El viaje a Judea por parte de María específicamente a la montaña, puede verse como algo muy hermoso, ya que con toda seguridad ella iría en actitud de meditación en el corazón por todo el camino desde el mismo momento de la Anunciación del Arcángel Gabriel.

La propia María se sentía motivada en su espíritu para el emprendimiento de ese viaje. El encuentro con su prima Isabel no era solamente casualidad, ella sabía muy bien que Dios mismo le había puesto a su prima Isabel en el camino para que ella compartiera la bendición de que era objeto mediante la Encarnación del verbo.

Igualmente constituía doble gozo ya que el propio Arcángel Gabriel en la Anunciación igualmente mencionaba el advenimiento del hijo de Isabel que como todos sabemos era Juan el Bautista.

María misma estaba clara que iba a existir una correlación directa entre los dos sucesos que se le presentaban. El hecho de que visitara a su prima creaba en ella un sentimiento sobrenatural y muy extraordinario, que sólo ella podía experimentar.

De igual modo María hizo el viaje a su prima Isabel como obligación, deber que ella sentía que tenía con el Padre y que debía amarle a Él así como a su prójimo, en el caso era representado en Isabel.

María actúa de igual forma en otras situaciones mencionadas en el propio Evangelio, como es las bodas de Caná, cuando siente compasión por la falta de vino en el momento de la boda. Asimismo en la Pasión de su propio Hijo y las mujeres que estaban con ella en el momento de la muerte de su Hijo.

Asimismo momentos antes de Pentecostés, cuando ayudaba a los discípulos en cuanto a la inseguridad que éstos presentaban en relación con la Resurrección de su Hijo, igualmente en la colaboración de todo lo que podía hacer en la propia Iglesia que empezaba a crearse.

En los actuales momentos vemos igualmente el amor que sigue profesando la Virgen María y lo vemos en las constantes apariciones marianas, todo lo cual nos muestra la caridad de María y el amor que profesa hacia todos sus hijos.

Ella continúa en la lucha diaria de la conversión de la humanidad entera, así como que creamos en su Hijo y lo aceptemos en nuestros corazones. Sin embargo ella es denominada en la Iglesia con el titulo de Auxiliadora, Abogada, Socorro, aún a expensas de nuestras fallas diarias.

María siempre estuvo acompañada en todo momento de la oración junto a la acción de hacer el bien al prójimo desposeído y necesitado, así como hacia los que estaban cercanos a ella.

El amor de María siempre fue caracterizado por ser motivado por lo religioso, sus actuaciones se basaban por su amor incondicional hacia Dios, así como hacia su prójimo y a ella misma.

Ella siempre se sintió criatura, sierva, asimismo estaba clara en que tenía deberes para con Dios Padre y hacia todos los demás, en especial los que estaban en situación difícil o de necesidad extrema, no sólo en cuanto a lo material sino a nivel del espíritu.

En relación con lo anterior es por lo que debemos tener presente las vivencias de María y aplicarlas a nuestra propia vida como ejemplo, debemos avanzar en todo aspecto de nuestra vida en la familia, el trabajo, en las relaciones sociales, en nuestra nación, en la Iglesia; aplicando siempre el amor y la inteligencia al saber ceder.

Igualmente debemos aplicar en todo momento la unión con Jesucristo, que dirija nuestra vida y profesemos en todo momento el amor a Cristo, y respetando las normas establecidas por la Iglesia Católica.

El amor debe de ser entregado sin limitaciones, sin espera de nada, el amor en el perdón se caracteriza por que sabe cuando tiene que aplicarse y en que momento, tal como lo establecía el propio Juan Pablo II, quien afirmaba: “el perdón a los terroristas, se puede realizar, cuando hay garantías de un arrepentimiento sincero”.

Asimismo la Virgen María en todo momento sabía perdonar a los discípulos en la ocasión de irse de la Cruz de Cristo, igualmente perdono a los judíos que ajusticiaron a su propio Hijo, así como a los romanos que lo clavaron a la Cruz. Ella los perdonaba porque a pesar de la actuación hacia su Hijo, ella les profesaba amor.

Todo ello como ejemplo vivo de la creencia verdadera en el Padre Dios y ella misma aplicaba y profesaba ese sentimiento puro y verdadero como es el amor y el perdón, ya que van juntos de la mano en las actuaciones del ser humano.

Ella misma fue portadora de la paz, por tal motivo había a su alrededor mucha unidad, debido igualmente a su amor hacia todos y aún a los discípulos que estuvieron indecisos en la Pasión de Jesús.

Virtudes de María: Humildad y docilidad

Primeramente antes de desarrollar este punto definiremos el significado de humildad que es determinada en El Diccionario de la Lengua Española, en el que se determina que la humildad es la virtud en cuanto al conocimiento y limitaciones propias y hasta las debilidades con el conocimiento mismo.

En relación a la definición anterior nos ayuda a entender mejor las virtudes de María. Ella en la expresión de Magníficat, se observa una bella expresión de la virtud de la humildad.

Esa sensación se ve reflejada en ella en el momento de la prueba de aceptación de la Encarnación, y es afirmado en el momento del saludo de su prima Isabel cuando le dice: Bendita tú eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

El Magníficat es una abierta y obra manifestada de los sentimientos que sentía María al igual que la denominación de la relación con Dios.

María en el momento en que su prima Isabel enaltece la fe de María, siente gozo y humildad sincera. Esta expresión de Magníficat es una gran y poderosa alabanza a Dios, y un agradecimiento directo hacia la bondad del Dios Creador.

La Virgen María posee una denominación o título ante Dios como la ancilla domini, igualmente es la esclava del Señor, como ella misma lo determino al momento de la revelación del Arcángel Gabriel de la Encarnación que se produciría en ella.

Dios hace en María cosas grandes ya que siempre vio en ella una muchacha humilde e insignificante. Pero aún así igualmente se fijó igualmente en su pureza y ser abnegado.

¿Cómo pudo María practicar la humildad con exceso de radicalidad?

Logro saber aplicar esta virtud ya que su corazón y su cabeza estaban bien puestas y dispuestos a la obediencia. Siempre tuvo claro que Dios tenía que ser el primero y ella era criatura hecha por el Creador.

Igualmente aceptaba que lo correcto y bueno venía sólo de un don de Dios. Estaba clara que lo bello y bondadoso de los seres humanos provenía de su Creador, Dios Padre.

Cuando María es elegida para llevar la más bella y grande bendición, igualmente le exigía apartarse de la vida común que llevaba, en cuanto a las cosas del mundo. La actitud de María ante situaciones fuertes y duras en aquellos tiempos sirvió para que todo lo enfrentara con esa humildad que la caracterizó siempre.

Igualmente las virtudes de María sobre la humildad sirvió para afirmar los desaciertos de la vida sin una sola queja, en su defecto y contrariamente aceptaba las situaciones con esa misma humildad teniendo en cuenta siempre que Dios lo permitía todo por un motivo desconocido en ese momento.

Es de suma importancia practicar la virtud de la humildad, ya que los hombres si son verdaderos logran ver lo cierto de las cosas. En el ser humano el sentimiento de soberbia o rabia lo aniquila y destruye y limita en él la capacidad de ver las realidades, así como las que exigen penetración en cuanto a lo sobrenatural.

El hombre es muchas veces preso de cometer absurdos y equivocaciones en su vida si no se actúa con lo que parece.

La Virgen María vivió en todo momento pendiente de las cosas de Dios y de sus planes en ella, así como de la voluntad del Padre. Por tal actitud ella estaba clara de su insignificancia, y se sentía que no podría asumir la responsabilidad que Dios le asignaba, sin embargo en todo momento fue guiada y sostenida de la mano de Dios.

Solamente el ser humano que practica la humildad llega a ser dócil, a diferencia el soberbio no se ajusta o no acepta el plan divino de Dios, si llega a conocer de el; ya que no acepta ni permite el tener que estar bajo el mando de un sitio que no es lo que él espera, o una situación menos favorable que lo que él piensa que merece.

Debemos tener siempre presente que la conexión directa entre el hombre y Dios es la gracia, ésta gracia sólo entrará donde exista un vacío o exista la necesidad de ella, de acuerdo a la persona que así lo requiera.

Tal como decíamos antes la humildad es la verdad de todas las cosas, por tal motivo el ser humano será humilde en cuanto a la manera que practiquemos y seamos verdaderos en todas las áreas de la vida. Esta humildad es el transitar de forma prontamente a la sinceridad.

La pureza de María

En cuanto a la definición de pureza, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la define como calidad de puro y como segunda opción la define como virginidad y doncellez (relativo a la doncella).

A través de estas denominaciones nos permiten adentrarnos en los misterios referidos a la Inmaculada Concepción, la pureza de María y el parto virginal.

Continuando con lo que establece el libro denominado: “Sin Pecado concebido” del autor Joseph Torras i Bages, el cual fue impreso de forma gratuita, podemos observar en el comienzo de su contenido la determinación que María es la pureza.

María siempre se caracterizó por ser la criatura de Dios más pura por decisión divina y debido a ello fue voluntad de Dios que llevara en sus entrañas a su Hijo y con esta Encarnación hacerse hombre.

Las 10 virtudes de maría

En relación a este punto vamos a determinar varias virtudes de María que debemos tener presentes y aprender de la propia Virgen como ejemplo de la Iglesia, estas las podemos determinar así:

  1. Amor ardiente de María a Dios

El amor a Dios es otra de las virtudes de María que debemos tener presente en nuestras vidas. Asimismo la caridad es catalogada como la principal virtud que pueda tener un ser humano. Este sentimiento debemos aplicarlo y vivirlo con el amor más santo y puro, aplicando igualmente los mandamientos, asimismo debemos huir de todo tipo de pecado y de cualquier culpa moral.

  1. La humildad

Nuestra Madre del Cielo nos demuestra que la humildad se caracteriza por reconocer primeramente nuestra pequeñez ante la presencia de Dios; nos enseña a controlar nuestros deseos desordenados de nuestra vida diaria, debemos igualmente erradicar la soberbia y la vanagloria propia; ya que estas obstaculizan la gracia.

  1. Fe y aceptación de la Palabra de Dios

María igualmente fue siempre ejemplo de verdadera fe en Dios. De este modo y viendo este vivo ejemplo de nuestra Madre, debemos estar dispuestos en todo momento a la obediencia y al don divino de la fe:

  1. a) Para la gloria de Dios
  2. b) Afín de que seamos llevados por la luz divina
  3. c) Con el fin de ser fieles al plan de amor para el cual Dios nos creo.
  4. Obediencia generosa

Muchas veces los seres humanos sienten sentimientos repulsivos hacia la obediencia a otros, esto por el orgullo y el amor propio de la persona. Sin embargo con el ejemplo de la Virgen María podemos ver que la obediencia nos proporciona ventajas inimaginables como el impedimento de las consecuencias por el amor propio; nos aleja de dudas.

  1. Caridad solícita

Para algunas personas la práctica de la virtud de la caridad es no tener sentimientos de maldad contra el prójimo, sin embargo es una caridad fallida; asimismo para que la caridad sea perfectamente positiva no es suficiente no desear el mal al prójimo, sino al contrario debemos sacrificarnos por el prójimo.

María siempre se dispuso a profesar generosidad como se define en el relato sobre la visitación de María a Isabel, desde el mismo momento en que ésta acude apresuradamente a profesar la caridad, ya que en su vientre llevaba a la caridad misma.

  1. Sabiduría reflexiva

Este sentimiento o virtud de la sabiduría se ha perdido mucho en estos tiempos actuales. Debemos practicar igualmente el estado de retiro del espíritu que nos da María con su ejemplo, y a través de esto mantener el tesoro valioso de la gracia.

Por tal motivo recomendamos al lector y a todos los creyentes que debemos mantenernos lejos de las negatividades del mundo y apreciar el silencio, ya que en este es el momento cuando Dios Padre entra en nuestro corazón y podremos escuchar sus palabras y enseñanzas.

  1. Piedad de María

En todo momento se alimentaba de la lectura y la oración. Estuvo en toda oportunidad prestando al cumplimiento de sus obligaciones y deberes de religión; ella siempre adoro, alabo y glorifico sólo con sus sentimientos y profesando el respeto más profundo.

Esto debemos tomarlo igualmente como vivo ejemplo de María y debemos conservar siempre y elevar el espíritu de piedad para tener comunión constante con Dios.

  1. Paciencia y fortaleza en el dolor

Asimismo la Virgen María siempre vivo ejemplo de serenidad y paciencia en cuanto al plan de Dios para ella. Siempre enfrentó las dificultades de la vida con estas dos virtudes que fueron otras de las virtudes de María que siempre la caracterizó en toda su vida.

Debemos perseverar en la paciencia durante los momentos duros que se nos presenten a nivel de todas las áreas de nuestra vida. Siempre debemos tener presente estas dos virtudes de María en todo momento y confiar plenamente en Dios para enfrentar toda calamidad.

  1. Pobreza y confianza en el Señor

La Virgen María siempre comprendió las enseñanzas de Jesús y en cuanto a ello afirmaba: “Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y sígueme”.

Ella siempre tuvo una actitud sumisa y acepto siempre el plan divino de Dios Padre; la pobreza de María la hizo rica plenamente.

Por el ejemplo anterior debemos todos los creyentes y cristianos imitar la vida que llevaba María a fin de ser libres y lograr nuestra entrega total a Dios.

  1. Esperanza de María

Es otra de las virtudes de María que se caracterizaba en ella por lo sobrenatural que Dios Padre concede en las almas de sus hijos, y por medio de ella tengamos confianza plena en el auxilio de la eternidad celestial. Esta virtud la puso siempre en primer orden la propia Madre Universal, María Santísima.

Igualmente tenemos que llenar nuestro espíritu de esperanza, y la bondad de ser el fundamento principal. Esto nos debe servir de ejemplo vivo en nuestra vida y aplicarlo en nuestras dificultades del diario vivir, por muy grandes que sean.

El lector podrá revisar:

Oración de navidad

Virgen de Montserrat

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