Jesús: Yo soy el camino, la verdad y la vida, Juan 14:6

Jesús ante la certeza de que ya está viviendo sus últimas horas en este plano terrenal, decide dar los consejos que a su parecer debían tener sus discípulos y se los da desde lo más profundo de su corazón. Descubre a través de este artículo y de primera mano de todo lo relacionado con yo soy el camino, la verdad y la vida, según Juan 14:6, la biblia, y mucho más, no dejes de leerlo

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Jesús: Yo soy el camino

Según lo relatado en el libro de Juan capítulo 14, versículo 6 Jesús les dijo a sus discípulos:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino a través de mí.”

Jesús, el hijo de Dios, encarna todo el poder infinito y benevolente de su Padre. Para algunos él es uno de los tantos caminos que conducen a Dios, pero en realidad esto no es así, Jesús es el único camino que nos lleva a conocer la verdad y a través de esa verdad alcanzaremos la vida eterna.

En nuestra era moderna y globalizada, tal declaración de ser él un único camino para llegar a Dios resultaría un tanto ofensiva, pero esa afirmación se ha podido mantener vigente por más de 20 siglos, como lo podemos observar en el siguiente pasaje bíblico:

“No existe otro que pueda salvarnos, ya que no hay otro nombre debajo del cielo, que haya sido dado a los hombres, en que podamos ser salvados”

Hechos 4:12

Y encontrándose bajo la imagen de un hombre, se auto humilló, se hizo obediente hasta su muerte en la cruz. Razón por el cual Dios también lo glorificó grandemente, y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al frente de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra, y para que toda lengua revele que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”

Filipenses 2:8-11

“Es así, entonces que hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, y ese es Jesucristo”

Timoteo 2:5

Yo soy el camino, la verdad y la vida: Necesidad de un sendero

Ante tantas adversidades a las que el ser humano se ve expuesto, sentimos la necesidad de encontrar el verdadero camino que nos conduzca a Dios. Para ello a través de la palabra Jesús nos saca de la ignorancia de nuestra fe, revelando para nosotros toda la guía espiritual.

Nos alejamos del camino verdadero hacia Dios motivado a nuestros pecados y es imperioso que retomemos de inmediato ese sendero.

“Existen caminos que para muchos hombres les parece ser el correcto, pero lo que no saben es que ese camino los conduce a la muerte”

Proverbios 14:12

La palabra revelada en la biblia dice que todos nos encontramos moribundos en nuestros delitos y pecados, y que es sólo Él quien nos garantiza la vida eterna en lugar de la muerte. Los padres que son pecadores conciben hijos que tienen un alto porcentaje de ser pecadores, ya que crecerán en un ambiente de pecado. Tal fue el caso de Adán, que una vez que cometió pecado Dios lo separó del sendero, y este optó por esconderse.

Esto le sucedió por estar creyendo en las promesas de Lucifer, razón por la cual ya no tenía la capacidad de poder comprender la verdad, no era digno de tener una vida espiritual plena. Dios es bueno y misericordioso, pero su ley es aplicada con rigor.

Cuando Jesús les comenta a sus discípulos que al lugar a donde él iba ellos no podían acompañarlo, quedaron consternados ante tal afirmación ya que comprendieron que Jesús estaba refiriéndose al anuncio de su muerte.

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Jesús: conductor del Padre

Jesús es el vehículo para llevarnos al reino de los cielos y encontrarnos con el Padre. Para eso Él partió primero para ir preparando el lugar para que su pueblo tenga un sitio permanente para su descanso, al momento de partir de este plano terrenal o para cuando el venga en su búsqueda al momento de su segunda venida.

Está prometido que absolutamente todos los que creen en la palabra de Dios, algún día estarán ante la presencia de Jesús. Es una palabra empeñada que le hizo el Señor como garantía, de que, si nos mantenemos firmes en nuestras creencias y respetamos los mandamientos, estaremos disfrutando de su compañía en el cielo.

Yo soy el camino, la verdad y la vida: El enigma del pecado

Es mayor problema de la raza humana es que está perdida y sin rumbo espiritual. Se comporta como ovejas descarriadas, que se perdieron en medio del desierto de la espiritualidad, deambula sin rumbo ante la falta de la guía de Jesús.

El pecado nos devastó por completo, conduciendonos a un submundo en donde se vive en estado de depravación y promiscuidad, que nos hace sentir culpables por todas nuestras acciones. Es una ruina total producto de nuestro comportamiento, y a la vista de Dios, somos seres no merecedores de la gracia celestial. Por eso vemos tantos desastres naturales, enfermedades y pandemias que asolan a la humanidad, lo que corresponde es retomar la senda del bien.

Por la sangre de Cristo

En el libro de los hebreos se hace mención a este tema y lo podemos ver en el siguiente fragmento:

“Es así mis hermanos, que tenemos toda la libertad para entrar al reino de Dios por la sangre de Jesucristo, a través del camino nuevo y vivo, que él nos abre. Además de tener un gran sacerdote encima de la casa de Dios.  Debemos acercarnos a él, con nuestro corazón cubierto de sinceridad, con la certeza de que, por medio de nuestra fe, seremos purificados y librados de la mala. Seremos bañados con agua pura de vida”

Hebreos 10:19-22.

Nuestra única oportunidad de regresar al sendero de Dios es a través de Jesús en la cruz. No lo debemos ver al hijo de Dios convertido en hombre, como la guía espiritual que vino a la tierra a mostrar a todos sus hijos pecadores, el camino que deben recorrer para también obtener la gracia divina. En sí mismo él es el camino a su Padre, no hay otra alternativa para librarnos del pecado, sino la de seguir la palabra de Jesús.

Él es cordero del mundo sin pecado original, el único que puede cargar y librarnos de nuestros pecados, ya que murió en la cruz por todos nosotros. Jesús murió por nosotros, para que pudiéramos tener una vida eterna, pagando con su muerte todas nuestras deudas del pecado.

¿Cuál es el camino perfecto?

Jesús, además de ser el único camino es el camino perfecto para alcanzar la gloria del cielo. Aunque seamos pecadores, tenemos a Jesús para que interceda por nosotros ante el Padre porque él es justo. Su hijo Jesús allanó el camino para que pudiéramos llegar a la presencia de Dios, y este sendero jamás se cerrará para los que creen en la presencia de Dios como creador de todo el universo.

“A Dios nadie lo ha visto jamás; su único Hijo, que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer.”

Juan 1:18

“Dios solo está en espíritu, y los que quieran adorarlo tienen que adorarlo en espíritu y en verdad”

Juan 4:24

Jesús es la verdad

Es el hijo de Dios la revelación plena, definitiva y completa de su existencia. En el libro de Juan encontramos cuando Jesús les dice a sus apóstoles: Yo soy la verdad, seré por siempre la verdad, y nadie más será quien traiga las buenas nuevas.

 “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”

Juan 14:6

En incontables oportunidades Jesús dijo que, para poder conocer profundamente al Padre, era teniendo un conocimiento verdadero del hijo del Padre. Como lo podemos encontrar reflejado en el libro de Juan:

“Si me conoces, también conoces a mi Padre; y desde este momento lo conoces y lo has visto”

Juan 14:7

La verdad hecha carne

En cada oportunidad que Jesús pronunciaba la palabra, no era él, era su Padre que hablaba a través de él. Ambos se mimetizan en una unión perfecta, eran uno el Padre y el Hijo. Los dos se entendían como uno solo, eran Jesús en su Padre, y su Padre en Jesús. Lo que se estaba revelando de la gloria de Dios, se encontraba allí mismo, delante de él. La acción, se hizo carne, era él mismo como un santuario delante de los hombres, y su gloria era la misma gloria de su único hijo.

“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”

“Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer”.

Juan 1:14-18

Yo soy el camino, la verdad y la vida: Jesús es la vida

Es en Jesús que conseguimos la vida verdadera, la cual tiene propósitos muy claros y precisos para nuestro transitar en el plano terrenal, como para los que viviremos en la eternidad. Los demonios están en la búsqueda frecuente de intentar quitarle la paz a la humanidad, por otro lado, y con sus aliados causan enfermedades que le quitan la salud, procura robarle la seguridad al ser humano de que su vida realmente cuenta para algo grande en este mundo.

Y nosotros contribuimos con que suceda esto, en la medida que pecamos y ponemos de lado a Dios.

El Hijo de Dios, es decir, Jesús vino al mundo para premiarnos con vida abundante, llena de salud, progreso, bienestar absoluto, entendimiento por las cosas de Dios, en definitiva, para que conociéramos la verdad y viviéramos bajo su cobijo.

Con su ejemplo Jesús nos indicó la mejor manera de cómo vivir, las prioridades que debemos tener presente, cómo comportarnos. Es gracias a él que tenemos la oportunidad de una vida, como nuestro Padre lo había soñado desde la misma creación, una vida en armonía con Dios, y gozando de su presencia eternamente.

En el libro de Juan se encuentran escritas las palabras de Jesús, cuando expresó:

“En verdad les digo, que el escucha mi palabra y cree en lo que dijo quién me envió, tendrá vida eterna, y no vivirá condenación alguna. En vez de eso, pasará de la muerte a la vida”

Juan 5:24

El Espíritu Santo

A través del Espíritu Santo se abren nuestros oídos sordos a la espiritualidad, y es cuando somos capaces de escuchar y responder al llamado eficaz de Dios, para nuestra salvación. También es capaz de hacernos abrir nuestros ojos que se niegan a ver la verdad espiritual, para que seamos capaces de ver las cosas creadas por Dios y poder creer en su Hijo para alcanzar la vida eterna.

Por la intermediación del Espíritu Santo es posible que se suavicen nuestros corazones convertidos en un objeto inerte, y así poder albergar en nuestros corazones la verdad de Jesús, que es la misma del Creador para ser salvados. Él nos quiere tanto que encuentra las maneras de darnos un corazón nuevo y puro, para que resucitemos en Dios.

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