Los Dolores de la Virgen María, son aquellos momentos en que la virgen María llegó a padecer de sufrimiento y dolor por los sucesos que pasó su hijo amado Jesús en la cruz del calvario. En el siguiente artículo conoceremos todo lo referente sobre este tema y cuales son estos 7 tipos de dolores de la virgen maría.
Indice De Contenido
- 1 Los Siete Dolores de la Virgen María
- 1.1 Acto de Contrición
- 1.2 Devoción
- 1.3 Primer Dolor: La Profecía de Simeón
- 1.4 Segundo Dolor: La Huida a Egipto
- 1.5 Tercer Dolor: Jesús Perdido en el Templo
- 1.6 Cuarto Dolor: María Encuentra a su Hijo Camino del Calvario
- 1.7 Quinto Dolor: Jesús Muere en la Cruz
- 1.8 Sexto Dolor: Jesús es Bajado de la Cruz y Entregado a su Madre
- 1.9 Séptimo Dolor: Dan Sepultura al Cuerpo de Jesús
- 2 Oración Final
Los Siete Dolores de la Virgen María
El versículo Bíblico dice de la siguiente manera:
“Y a ti, Madre, una espada de dolor te atravesará el corazón…”
Lucas 2:35
El día sábado de cada año se llega a conmemorar lo que es la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores de la Virgen María. De acuerdo a una antigua tradición, los cristianos católicos siempre recuerdan “los 7 dolores de la Virgen María” como:
Los momentos en que, perfectamente unida a su Hijo Jesús, llegó a compartir de una manera muy singular la profundidad del dolor y de amor de su sacrificio. Por lo que durante este artículo les vamos a presentar una serie de texto de la Biblia que hacen mención a esto.
Primero antes de comenzar con las oraciones por los 7 dolores de la virgen maría se va a empezar con el rezo de 1 Padrenuestro y de 7 Ave Marías por cada dolor de la Virgen. En ese mismo momento se le va a pedir que les ayude a entender el tipo de mal que han llegado a cometer y que los lleve a tener un verdadero y sincero arrepentimiento de todo corazón.
Al llegar a unir sus dolores a los de la Virgen María, tal como ella mismo los unió con los de su Hijo amado, se podrá participar en la redención de sus pecados y también en los del mundo entero.
Acto de Contrición
Oh Señor mío, Jesucristo, en este día me arrepiento muy profundamente de todos y cada uno de mis pecados. De forma humilde te suplico tu perdón y también por medio de tu gracia, por favor concédeme el llegar a ser verdaderamente una persona merecedora de tu amor, por los méritos de tu Pasión y de tu muerte y de la misma manera por los dolores de tu Madre Santísima. Amén.
Muchos recomiendan que se lea el Evangelio con las citas bíblicas que acompañan a cada uno de los 7 dolores de la virgen maría.
Devoción
En todo momento los cristianos católicos han llegado a aprender sobre la Virgen a mejor de amar a Jesucristo. La devoción a los 7 Dolores de la Virgen María se llegó a desarrollar por las muchas clases de revelaciones privadas. La Virgen le llegó a comunicar a la Santa Brígida de Suecia en el año 1303 y 1373 lo siguiente:
“Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, más hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.
Por lo que la Virgen María llegó a prometer que llegaría a conceder las 7 gracias a todas aquellas almas que la honraran y también la acompañaran de forma diaria, rezando las 7 Ave Marías entre tanto que ellos meditan en sus lágrimas y en sus dolores. Las 7 gracias son las siguientes:
- Yo Concederé la Paz a sus Familias.
- Serán Iluminadas en Cuanto a los Divinos Misterios.
- Yo las Consolaré en sus Penas y las Acompañaré en sus Trabajos.
- Les daré Cuanto me Pidan, con tal de que no se Oponga a la Adorable Voluntad de mi Divino Hijo o a la Salvación de sus Almas.
- Los Defenderé en sus Batallas Espirituales contra el Enemigo Infernal y también las Protegeré a cada Instante de sus Vidas.
- Les Asistiré Visiblemente en el Momento de su Muerte y también verán el Rostro de su Madre.
- He Conseguido de mi Divino Hijo que todos Aquellos que lleguen a Propagar la devoción a mis lágrimas y a mis Dolores, van a ser llevadas directamente de esta vida terrena a lo que es la felicidad Eterna ya que todos los pecados van a ser perdonados y el señor Jesús va a ser su consuelo y su gozo eterno.
De acuerdo a San Alfonso María Ligorio, el Señor reveló a Santa Isabel de Hungría que El concedería unas 5 gracias especiales a los devotos de los dolores de Su Madre Santísima los cuales serían:
- Aquellos que antes de su muerte lleguen a invocar a la Santísima Madre en nombre de sus dolores, van a obtener una contrición perfecta de todos sus pecados.
- Jesús va a proteger en sus tribulaciones a todos los que recuerden esta clase de devoción y los protegerá también de manera muy especial a la hora de su muerte.
- Va a imprimir en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y por ese mismo motivo tendrán su recompensa en el cielo.
- Encomendará a estas almas devotas en las manos de María, con el propósito de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar sobre ellas.
- Va a meditar los 7 Dolores de Nuestra Madre Santísima llega a ser una forma de poder compartir los sufrimientos más hondos de la vida de María en la tierra.
La fiesta de la Señora de los Dolores es celebrada el día 15 de septiembre, al día siguiente de la Exaltación de la Santa Cruz. Al pie de la Cruz, en donde una espada de dolor atravesó el corazón de María, Jesús les entregó a Su Madre como su Madre nuestra poco antes de morir.
En respuesta a esta clase de demostración suprema de Su amor por todos y cada uno de nosotros, digamos cada día de nuestras vidas:
“Sí, Ella es mi Madre. Jesús, yo la recibo y Te pido que me prestes Tu Corazón para amar a María como Tú la amas”.
Primer Dolor: La Profecía de Simeón
Una vez cumplido los días de su purificación, de acuerdo a la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para llegar a ser presentado al Señor, como se encuentra escrito en la Ley del Señor que dice:
“Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, según lo ordenado en la ley del Señor”.
Había por ese entonces en las regiones de Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, el cual esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo se encontraba con él. Le había llegado a ser revelado por el Espíritu Santo que no iba a morir antes de ver al Cristo del Señor.
Movido por el Espíritu Santo se trasladó hasta el Templo; y al introducir sus padres al niño Jesús para llegar a cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, lo tomó en sus brazos y lo bendijo a Dios diciendo las siguientes palabras:
“Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu siervo se vaya en paz, según tu palabra, porque mis ojos han visto tu salvación, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para revelación de los gentiles y gloria de tu pueblo, Israel”.
Su padre y su madre se encontraban admirados por las cosas que se llegaban a decir de él. Simeón los bendijo y dijo a su madre María:
“Mira, éste ha sido destinado para ser caída y resurrección de muchos en Israel, y como signo de contradicción y a ti misma una espada te atravesará el alma, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”.
Lucas 2:22-35.
La virgen oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no sabe. Después, se entrega toda al cumplimiento de la voluntad divina de Dios: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí de acuerdo a tu palabra. ¿Veis la maravilla? Santa María, maestra de toda nuestra conducta, es la que nos enseña ahora que la obediencia a Dios no es servilismo, no sojuzga la conciencia: sino que nos mueve íntimamente a que podamos descubrir la libertad de los hijos de Dios.
Segundo Dolor: La Huida a Egipto
Después de haberse llegado a marchar, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo lo siguiente:
“Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto; quédate allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para acabar con él”. Él se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche y se fue a Egipto. Allí estuvo hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que anunció el Señor por el profeta al decir: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Mateo 2:13-15.
María cooperó con lo que es su caridad para que llegase a nacer en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza de la que llega a ser efectivamente madre de acuerdo el cuerpo. Como Madre, enseña; y, también como Madre, sus lecciones no suelen ser ruidosas. Es preciso llegar a tener en el alma una base de finura, un toque de delicadeza, para poder comprender lo que nos manifiesta, más que con simples promesas, sino con obras.
Maestra de Fe
¡Bienaventurada tú, que has creído!, así la saluda Isabel, quien era su prima, cuando la virgen maría sube a la montaña para poder visitarla. Había llegado a ser maravilloso aquel acto de fe de Santa María:
he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. En el Nacimiento de su Hijo contempla las grandezas de Dios en la tierra: por lo que hay un coro de ángeles, y tanto los pastores como también los poderosos de la tierra vienen a adorar al Niño. Sin embargo, luego la Sagrada Familia ha tenido que llegar a huir de Egipto, para poder escapar de los intentos criminales del rey Herodes.
Después, el silencio: unos 30 largos años de vida sencilla, de una vida ordinaria, como la de un hogar más de un pequeño pueblo de Galilea. El Santo Evangelio, de manera breve, nos facilita el camino para poder entender el ejemplo de la virgen maría:
María conservaba todas estas cosas dentro de sí, siempre ponderándolas en su corazón. Por lo que procuremos nosotros los fieles imitarla, tratando con el Señor, en un diálogo enamorado, de todo lo que les llega a suceder, hasta de los acontecimientos más frecuentes. No olvidemos que hemos de pesarlos, de valorarlos, de verlos con ojos de fe, para poder descubrir la Voluntad de Dios.
Tercer Dolor: Jesús Perdido en el Templo
Los padres de Jesús siempre iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo ya la edad de los 12 años, subieron a la fiesta como era de su costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en las regiones de Jerusalén, sin que sus padres lo llegasen a notar.
Pensando ellos que el niño iba en la caravana, anduvieron una jornada buscándolo entre sus parientes y también sus conocidos; sin embargo, al no encontrarlo, tuvieron que regresar a Jerusalén en su búsqueda. Al cabo de unos 3 días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de todos los doctores, los cuales estaban escuchándoles y haciéndoles preguntas al niño.
Todos los que le oían se encontraban asombrados y maravillados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo su madre le dijo:
“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”. Y él les dijo: “¿Por qué me buscabais? ¿no sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio”.
Lucas 2:41-50.
El Evangelio de la Santa Misa nos ha llegado a recordar sobre aquella escena conmovedora de Jesús, que se queda en las regiones de Jerusalén enseñando en el templo. María y José estuvieron andando por el lapso de 1 jornada entera, preguntándole a sus parientes y a sus conocidos. Sin embargo, tuvieron que regresar a buscarlo a Jerusalén. Esta escena puede ser más o menos de la siguiente manera:
¿Dónde está Jesús? Señora: ¡el Niño!… ¿dónde está?
Llora María. Por demás hemos corrido tú y yo de grupo en grupo, de caravana en caravana: no le han visto. José, tras hacer inútiles esfuerzos por no llorar, llora también… Y tú… Y yo.
Yo, como soy un criadito basto, lloro a moco tendido y clamo al cielo y a la tierra…, por cuando le perdí por mi culpa y no clamé.
Jesús: que nunca más te pierda… Y entonces la desgracia y el dolor nos unen, como nos unió el pecado, y salen de todo nuestro ser gemidos de profunda contrición y frases ardientes, que la pluma no puede, no debe estampar.
Y, al consolarnos con el gozo de encontrar a Jesús ¡tres días de ausencia! disputando con los Maestros de Israel
Lucas 11:46.
Cuarto Dolor: María Encuentra a su Hijo Camino del Calvario
Apenas se ha llegado a levantar Jesús de su primera caída, cuando llega a encontrar a su Madre Santísima, junto al camino por donde El pasa. Con un amor inmenso mira María a Jesús, y Jesús llega a mirar a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada uno de los corazones vierte en el otro su propio dolor. El alma de la virgen María queda anegada en una amargura, en la amargura de Jesucristo.
“¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor!”
(Lamentaciones 112).
Pero nadie se llega a dar cuenta, ni nadie se fija; sólo en Jesús. Por lo que se puede decir que finalmente se ha llegado a cumplir la profecía de Simeón cuando dijo:
“Una espada traspasará tu alma”
Lucas 11:35.
En la oscura soledad de la Pasión, la virgen le llega a ofrecer a su Hijo un bálsamo de ternura, también de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina de Dios. De la mano de la propia María, tú y otros queremos igualmente consolar a Jesús, aceptando en todo momento y en todo la Voluntad de su Padre, mejor dicho, de nuestro Padre.
Sólo de esa forma gustaremos de la dulzura de la Cruz de Cristo, y la cual abrazaremos con la fuerza del amor, llevándola en el triunfo por todos los caminos de la tierra.
Quinto Dolor: Jesús Muere en la Cruz
Estaban de pie junto a la Cruz de Jesús su madre y también la hermana de su madre, María de Cleofás, y al mismo tiempo María Magdalena. Viendo Jesús que se encontraba su madre en ese lugar y junto a ella al discípulo a quien amaba, por lo que dijo a su Madre:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”
Luego dijo al discípulo:
“Ahí tienes a tu madre”
Y desde ese mismo momento el discípulo la tomó consigo. Luego de esto, sabiendo Jesús que todo ya se había llegado a consumar, para que se cumpliese la Escritura, donde dice:
“Tengo sed”
En ese lugar había un vaso lleno de vinagre; y tenía atando una rama de hisopo de esponja empapada en el vinagre, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomó del vinagre, dijo:
“Todo está consumado”
Y habiendo inclinado su cabeza, entregó su espíritu, la palabra de Dios dice en Juan 19, 25-30.
En el escándalo del Sacrificio de la Cruz, la virgen María se encontraba presente, oyendo con tristeza a los que llegaban a pasar por ese lugar, y blasfemaban meneando la cabeza y gritando:
“¡Tú, que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo!; si eres el hijo de Dios, desciende de la Cruz”.
Por lo que María escuchaba las palabras de su Hijo, uniéndose a su dolor diciendo:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
¿Qué podía hacer Ella? Simplemente fundirse con el amor redentor de su Hijo, ofrecer al Padre el dolor inmenso como una especie de espada afilada que llegaba a traspasar su Corazón puro. Nuevamente Jesús se siente confortado, con esa misma presencia discreta y también amorosa de su Madre. No grita María, no corre de un lado a otro estaba de la siguiente manera:
Está en pie, junto al Hijo. Es entonces cuando Jesús la mira, dirigiendo después la vista a Juan. Y exclama: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Posteriormente le dice al discípulo: “ahí tienes a tu Madre”. En Juan, Cristo llegaba a confiar a su Madre todos los hombres y especialmente a sus discípulos: los que habían de creer en Él.
Sexto Dolor: Jesús es Bajado de la Cruz y Entregado a su Madre
Al llegar el atardecer, como era el parasceve, esto llega a ser, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, quien era uno de los miembros ilustre del Sanedrín, que esperaba igualmente el reino de Dios; y con la valentía se llegó hasta Pilato y pidió el cuerpo de Jesús.
Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto Jesús. Al asegurarse por el centurión, entregó el cuerpo a José. Este llegó a comprar una sábana; lo bajó y lo envolvió en la sábana, lo puso dentro de un sepulcro que se encontraba excavado en la roca y rodó una piedra a la puerta del sepulcro. Libro de Marcos 15:42-46.
“Y cuando fué la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado, 43 José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
44 Y Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir al centurión, preguntándole si era ya muerto. 45 Y enterado del centurión, dio el cuerpo a José. 46 El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió una piedra á la puerta del sepulcro”.
Ahora, ubicados ante ese momento del Calvario, cuando Jesús ya había muerto y no se ha manifestado aún la gloria de su triunfo, llega a ser una buena ocasión para poder examinar nuestros deseos de vida cristiana, de santidad; para de esa forma reaccionar con un acto de fe ante cada una de nuestras debilidades, y siempre confiando en el poder de Dios, para hacer el propósito de poner amor en las cosas de nuestra jornada.
La experiencia del pecado debe de llegar a conducirnos al dolor, a tomar 1 decisión más madura y más honda de ser fieles, de poder identificarnos de veras con el Cristo nuestro señor, de perseverar, cueste lo que cueste, en esa misma misión sacerdotal que Él ha llegado a encomendar a todos sus discípulos sin ninguna excepción, que nos llegue a empujar a ser sal y luz del mundo.
Séptimo Dolor: Dan Sepultura al Cuerpo de Jesús
El séptimo de los dolores de la virgen maría fue, luego de esto, José de Arimatea, quien era uno de los discípulos de Jesús, a pesar de que lo era en secreto por temor a los judíos, pidió a Pilato el permiso para poder retirar el Cuerpo de Jesús de la cruz del calvario. Pilato lo concedió por lo que este hombre fue, pues, y retiró el cuerpo de Jesús.
Llegó igualmente Nicodemo el que antes había llegado a ir a él de noche trayéndole una clase de mezcla de mirra y áloe, como de unas 100 libras. Por lo que tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron con unos lienzos y aromas, como llegaban a acostumbrar a sepultar los judíos. Había un huerto en el lugar en donde fue crucificado, y en el huerto un tipo de sepulcro nuevo, en el que aún nadie había llegado a ser sepultado.
Como era la Preparación de los judíos, y por la proximidad del sepulcro, en ese lugar fue que colocaron a Jesús, esto lo podemos ver en la siguiente cita bíblica:
“Después de estas cosas, José de Arimatea, el cual era discípulo de Jesús, mas secreto por miedo de los Judíos, rogó á Pilato que pudiera quitar el cuerpo de Jesús: y permitióselo Pilato. Entonces vino, y quitó el cuerpo de Jesús.
39 Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 40 Tomaron pues el cuerpo de Jesús, y envolviéronlo en lienzos con especias, como es costumbre de los Judíos sepultar.
41 Y en aquel lugar donde había sido crucificado, había un huerto; y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aun no había sido puesto ninguno. 42 Allí, pues, por causa de la víspera de la Pascua de los Judíos, porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”.
Juan 19:38-42.
Vamos en este momento a pedir al Señor, para poder terminar este rato de conversación con Él, que nos pueda conceder repetir con San Pablo que dijo:
“triunfamos por la virtud de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza, ni lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni cualquier otra criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está en Jesucristo Nuestro Señor”.
De este mismo amor la Escritura canta de la misma manera con unas palabras encendidas:
Las aguas copiosas no pudieron llegar a extinguir la caridad, ni tampoco los ríos arrastrarla. Este tipo de amor colmó en todo momento el Corazón de Santa María, hasta llegar a enriquecerla con las entrañas de la Madre para toda la humanidad entera. En la Virgen, el amor a Dios se confunde igualmente con la solicitud por todos sus hijos.
Debió de sufrir en gran manera su Corazón dulcísimo, atento, hasta por los más mínimos detalles no tienen vino, al presenciar toda aquella clase de crueldad colectiva, aquel ensañamiento que fue, de parte de los verdugos, la Pasión y también la muerte de Jesús. Sin embargo, María no habla. Como su Hijo, ama, calla y perdona. Esa llega a ser la fuerza del amor.
Oración Final
Oh Doloroso y también Inmaculado Corazón de María, la morada de la pureza y de la santidad, la que cubre mi alma con tu protección maternal con el propósito de que, siendo siempre fiel a la voz de Jesús, llegues a responder a Su amor y obedezca por su divina voluntad.
Quiero, en este día Madre mía, poder vivir íntimamente unido a tu Corazón que se encuentra totalmente unido al Corazón de tu hijo Divino. Por favor te pido que me ates a tu Corazón y también al Corazón de Jesús con todas tus virtudes y tus dolores. Por favor te ruego que me protejas siempre. Amén.
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