El Islam, y el joven San Pelayo, Mártir de Cristo

San Pelayo, mártir cristiano y canonizado por la Iglesia Católica por ser un ejemplo de vida de lo que significa vivir en “castidad juvenil”. Entregó su vida a Cristo y mantuvo su fe firme a pesar del sufrimiento y abusos inhumanos que sufrió.

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La historia de San Pelayo

San Pelayo, nació en Galicia. A los diez años de edad, el santo niño llego a Córdoba en Enero del año 921 y luego de la derrota de la batalla de Valdejunquera es encarcelado en Córdoba junto a su tío Hermigio (obispo de Tuy para ese momento).

Después de tres años y medio, su tío es finalmente liberado, pero San Pelayo es mantenido como prisionero. Durante el tiempo que estuvo en la cárcel, según el presbítero Coronel Rabel, el niño a pesar de su corta edad mantuvo una actitud altamente sobrenatural, pues veía la reclusión como una prueba, y a su vez, le servía de espacio para la purificación por sus pecados.

Muchos se preguntaban ¿a qué se debía este comportamiento? Sus compañeros de prisión no lo culpan y su fama no lo silencia.

San Pelayo era casto, sobrio y apacible, prudente, atento a orar, asiduo a su lectura, y para nada, olvidadizo a los preceptos del señor, con quien siempre mantenía conversaciones.

Su belleza natural fue comunicada a Abd ar-Rahman III, quien ordenó que el niño fuera conducido ante su presencia. Para ese momento, la homosexualidad pederastica era un hecho bastante habitual y recurrente en la España Musulmana, sin embargo, San Pelayo no cedió ni por un momento a dudar de su fe, e incluso, insultó al Califa cuando este intentó seducirlo.

Un testigo musulmán narra que Abd ar-Rahman III, le dijo al niño que lo elevaría a tales honores con un alto cargo si negase a Cristo como su Dios y afirmase que el profeta Mahoma es el auténtico “dios”.

Le preguntaba a esta divina criatura ¿no vez cuanto reinos tengo? Y pretendía seducir a San Pelayo con bienes materiales, ofreciendo gran cantidad de oro y plata, vestidos lujosos, jovencitos que te sirvan, caballos para montar, placeres para disfrutar, e incluso, sacarlo de la cárcel y a cuantos desease, y hasta honores a sus padres.

San Pelayo, firme y claro en sus convicciones respondió: Decido que lo que lo que prometes Emir ¡No vale nada! Y no negare a Cristo. Soy cristiano, lo he sido y lo seré, pues todo eso que me ofreces tiene su fin y pasa, en cambio, Cristo, al que adoro, no puede tener fin ya que tampoco tiene principio alguno, dado que él personalmente es con el padre y el espíritu santo el que permanece como el único dios el cual nos hizo de la nada y con su poder omnipotente nos conserva.

Abd ar-Rahman “en broma” comenzó ciertos tocamientos, pero San Pelayo le gritó ¡Retírate perro! Y le dijo ¿es que piensas que soy como los tuyos? Un afeminado y se desgarró las ropas que llevaba puesta, prefiriendo morir honrosamente por Cristo a vivir de modo vergonzoso con el diablo y mancillarse con sus vicios.

Abd ar-Rahman III pese ante aquella respuesta no perdió la esperanza de seducir al niño, por lo que ordenó a los jovencitos de su corte que lo adoraban a ver si apostatando se rendía a tantas grandezas prometidas, pero con la ayuda de Dios se mantuvo firme y permaneció sin temor, proclamando que solo existe cristo y afirmando que por siempre obedecería sus mandatos.

Martirio y Muerte

El Emir, al ver que el joven rechazaba  sus deseos, ordenó: “¡Colgadlo en garruchas de hierro! Y una vez constreñido hasta al máximo y elevado hacia lo alto, la bajaréis reiteradamente por el tiempo que sea necesario para que exhale su espíritu o niegue que Cristo es Dios.

San Pelayo, pasó por tal prueba con voluntad conmovible, se mantenía imperturbable, y de hecho, no se rehusaba en lo absoluto a padecer por Cristo. Al conocer el Emir la firmeza de Pelayo, ordenó que lo despedazaran con la espada, miembro a miembro y fuese arrojado al río.

Los verdugos por su parte, en virtud de la orden recibida, después de sacar el puñal, se entregaron frenéticamente a tan crueles escarnios contra este, que se podía pensar que ejecutaban en sacrificio que, sin ellos saberlo, era necesario que se ofreciese en presencia de nuestro Señor Jesucristo.

Uno de ellos, le amputo de golpe un brazo, otro, le cegó las piernas, otro incluso no dejo de herir su cuello, entre tanto permanecía sin espantarse como un mártir, del que gota a gota emanaba bastante sangre en vez de sudor seguramente sin invocar a nadie más si no que a nuestro Señor Jesús, porque no rehusaba padecer diciendo ¡señor líbrame de la mano de mis enemigos!

En este momento, el joven Pelayo entrega su espíritu a la presencia de Dios, su cuerpo, en cambio, fue arrojado al fondo del río Guadalquivir, pero de ninguna manera faltaron fieles que lo buscasen y lo llevasen solemnemente hasta su sepulcro.

El niño Pelayo fallece a la edad de trece (13) años y medio sufriendo el martirio bajo el “reinado” de Abd ar-Rahman III, en realidad, quien reinaba en ese momento, lo ha hecho y lo hará por siempre es nuestro Señor Jesucristo. A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

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Veneración

El Martirio al que fue sometido el joven Pelayo al defender fervientemente su fe fue la justificación que lo llevó a la canonización, y de manera casi inmediata, empezó a recibir adoración.

Los restos de San Pelayo fueron consideradas “reliquias”, trasladadas a León, y posteriormente, al monasterio benedictino de Oviedo, el cual, lleva su nombre.

Flechas y Pelayos en el franquismo

El nombre “Pelayos” en honor al niño santo, fue propuesta por la organización Nueva España o España Imperial en la época del nacionalcatolicismo, por lo que se bautizó la organización juvenil de los requetés (carlista), y su sección femenina fue llamada “las margaritas”.

En pleno auge de la Guerra Civil Española (1983) y luego del Decreto de Unificación se decide renombrar como “flechas y Pelayos”, la unificación de ambas organizaciones. Los integrantes de esta otra organización se hacían llamar “flechas”.

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Localidades denominadas en honor de san Pelayo

Existen muchísimas localidades españolas que han incluido San Pelayo como una manera de honrar la vida del joven mártir. Incluso, una localidad colombiana fue bautizada también con su nombre.

Santo patrón

Como mencionamos, San Pelayo mártir es patrón de diversas localidades españoles, entre ellas, podemos mencionar:

San Pelayo de Guareña (Salamanca)A Estrada (Pontevedra)

Ochando (Segovia)

Olivares de Duero (Valladolid)

Villacarralón (Valladolid)

Siete Iglesias de Trabancos (Valladolid)

Villamuriel de Campos (Valladolid)

Piñel de Abajo (Valladolid)

Salvador de Zapardiel (Valladolid)

Bercianos de Valverde (Zamora)

Cañizo de Campos (Zamora)

Escober de Tábara (Zamora)

Morales del Rey (Zamora)

Quintanilla de Urz (Zamora)

San Paio de Albán, Concello de Coles (Ourense)

La Prada, localidad del municipio de Valle de Tobalina (Burgos)

Puentedey (Burgos)

Villanueva-Matamala (Burgos)

Huerta de Rey (Burgos)

Redecilla del Campo (Burgos)

Castro-Urdiales (Cantabria) ​

La Cueva, localidad del municipio de Castañeda (Cantabria)

Cicero (Cantabria)

Hazas, localidad del municipio de Soba (Cantabria)

Duález, localidad del municipio de Torrelavega, (Cantabria)

Zarauz (Guipúzcoa)

Carreira (La Coruña)

Villalba de Rioja (La Rioja)

Baños de Río Tobía (La Rioja)

Sotillo de Cabrera (León)

Yeres (León)

Liegos (León)

Villafruela del Condado (León)

Truchillas (León)

Santa María del Condado (León)

Valtuille de abajo (León)

La Ercina (León)

Morilla de los Oteros (León)

Las Bodas (León)

San Paio de Araujo, parroquia de Lovios (Orense)

Arenillas de San Pelayo (Palencia)

Población de Arroyo (Palencia)

Salinas de Pisuerga (Palencia)

Villamoronta (Palencia)

Villapún (Palencia)

Villarrabé (Palencia)

Instituciones bajo su patrocinio o advocación

Existen numerosas instituciones religiosas y edificios que adoptaron el llevan el nombre de San Pelayo o “San Paio”, entre ellas:

Seminarios

Seminario Mayor de San Pelagio (Córdoba)

Seminario Menor de San Pelagio (Córdoba)

Seminario Menor de San Pelayo, Tuy (Provincia de Pontevedra)

Monasterios

Monasterio de San Pelayo, Oviedo (Asturias)

Monasterio de San Pelayo de Abeleda, Abeleda (Provincia de Orense)

Monasterio e Iglesia de San Pelayo de Antealtares (Santiago de Compostela, Provincia de La Coruña)

Ermitas

Ermita de San Pelayo (Torrecilla del Monte,Burgos)

Ermita de San Pelayo (Baquio) (Vizcaya)

Ermita de San Pelayo (Ermua) (Vizcaya)

Parroquias o iglesias

Olloniego (Asturias)

Puentedey, en Puentedey (Las Merindades (Burgos)

Pivierda, en Colunga (Asturias)

Sinlabajos (provincia de Ávila)

San Pelayo Burgos

San Pelayo (Huerta de Rey) Burgos

San Pelayo Montija

Valdazo, Burgos (un paraje recibe el nombre de Majadas de San Pelayo)

Valle de Mena (San Pelayo de Mena). Burgos

Valle de Valdebezana, Burgos

Arredondo, Cantabria

Zarauz, Guipúzcoa

Morilla de los Oteros, Leon

Boñar (provincia de León)

Diomondi, en Saviñao, provincia de Lugo

Arenillas de San Pelayo, Palencia

Cervatos de la Cueza, Palencia

Pisón de Ojeda, Palencia

Salinas de Pisuerga, Palencia

San Pelayo de Guareña, provincia de Salamanca

Baños de Río Tobía, La Rioja

Olivares de Duero, provincia de Valladolid

Iglesia Románica de San Pelayo, Las Bodas, León. España

Piñel de Abajo, provincia de Valladolid

Redecilla del Campo, provincia de Burgos

Villarroañe, provincia de León

Puente y batalla

Existe un puente denominado Puente de San Paio, el cual, une las localidades pontevedresas de Puente Sampayo y Arcade, lugar donde se desarrolló la batalla de Puentesampayo (1809) Guerra de la Independencia Española).

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