Para todo cristiano la cruz es el principal símbolo de su doctrina y, particularmente, para los creyentes de la Iglesia cristiana evangélica reviste una gran relevancia. En este post veremos qué significa la cruz para los evangélicos, así como también el uso de la cruz como instrumento de suplicio y de redención, implicaciones y algunos aspectos interesantes de este signo.
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La cruz cristiana
Es el principal símbolo del cristianismo, pues representa tanto la pasión sufrida por Cristo, como el triunfo que Él alcanzó sobre la muerte y el pecado para la salvación de toda la humanidad.
Simboliza, entonces, muerte, victoria y salvación, pero también expresa cercanía y entrega de Cristo, así como el amor infinito de Dios.
En virtud de las distintas corrientes que se han originado, la cruz ha adoptado diversas formas según cada una de esas comunidades cristianas.
Así, por ejemplo, en la Iglesia católica está caracterizada por una línea vertical atravesada en su parte superior por una línea horizontal. También encontramos la de la Iglesia ortodoxa representada con 8 brazos.
Cada una tiene su propio simbolismo, pues representa la cultura, la religión y los hechos históricos de cada comunidad en particular.
No obstante, como atributo común de todas esas variantes, encontramos que la cruz es el signo que muestra la vocación genuina de los fieles como hijos de Dios.
Este es un signo cargado de mucha simbología y fuerza para todas las personas devotas del cristianismo y, en especial, para los fieles pertenecientes a la corriente evangélica.
¿Qué significa la cruz para los evangélicos?
Todos los evangélicos han confesado su fe a Jesús como su Señor y Salvador y así lo profesan en cada una de las manifestaciones de su doctrina.
Dentro de esas manifestaciones, como son las misas, cultos, coros, asambleas, testimonios personales y las diversas formas de acción de gracia, la cruz representa el signo central de adoración al Señor Jesucristo.

La cruz significa para los evangélicos un recordatorio constante del sacrificio que Jesús hizo por todos los pecadores para que sus culpas fueran perdonadas y fueran salvados.
En la cruz el Hijo de Dios, inocente y libre de todo pecado, pagó todas las faltas cometidas por el hombre con la intención de redimirlo. Por mandato de su Santo Padre, Jesús hecho hombre entregó su vida, en rescate de muchos, que ni siquiera sabían de su existencia.
Muchos seres humanos, sin distingo de raza ni religión, recibieron los beneficios de ese sacrificio, aún sin conocerlo. Por lo que es válido aseverar que las personas no valoran debidamente este maravilloso sacrificio, mediante el cual Jesús se convirtió en puente entre Dios y los hombres.

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Permitió con su muerte que la humanidad pudiera tener acceso a la puerta de la eternidad y, con ello, a la presencia del Santo Padre. Sin esa muerte en la cruz ello no hubiera sido posible en absoluto.
Tal es la importancia que se la ha dado al símbolo de la cruz en la fe evangélica que ha pasado por generaciones y la humanidad lo reconoce desde hace más de 2000 años como símbolo.
Desde ese momento de su crucifixión, Cristo cambió el significado de la cruz romana por el de la Cruz de Cristo.
No obstante, es de acotar que para los evangélicos, Jesús no es representado en la cruz, pues, como todos saben, al resucitar y subir a los cielos, Cristo se sentó a la derecha de Dios, para acompañarlo en su reino, por lo tanto ya no se encuentra en la cruz.
Es por ello que en la Iglesia evangélica se presenta, se usa y se habla de la cruz sin la figura de Cristo, pues ellos se refieren a un Jesucristo vivo, resucitado, que está en el Reino de Dios, pero también está entre la gente, con el necesitado, con el que lo invoca.
Para los evangélicos Jesús siempre está presto a escuchar las oraciones que se elevan a Él, como ser omnipresente, para socorrer mediante su amor a sus hermanos humanos.
De allí que se señala que se debe estar por siempre agradecido por lo que Cristo vivió en la cruz, pues gracias a Él y a lo que en ella aconteció, dio lugar a que los seres humanos fueran redimidos ante el Creador, aceptados nuevamente como sus hijos, así como también haber proporcionado la esperanza, sobre todo a los que tienen una creencia cierta.
Instrumento de suplicio
Como sabemos, la muerte en la cruz era una práctica común que se llevaba a cabo en muchos sitios en la antigüedad para castigar a los malhechores por sus crímenes. Fue un instrumento de suplicio y escarmiento para todos aquellos que, culpables o no, eran juzgados y condenados a tan dolorosa y lenta muerte.

Normalmente se buscaba que la víctima sufriera una muerte lenta, dolorosa y pública, como una forma de advertir a la gente a no cometer crímenes parecidos.
Es un método que aún se sigue utilizando en algunas zonas como Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Sudan del Norte y por grupos terroristas, como método de tortura.
En la crucifixión el condenado es amarrado con cuerdas o clavado a dos palos gruesos, grandes de madera unidos, o entre árboles o en una pared. Por lo general, la persona es desnudada y dejada allí hasta su muerte.
Fue muy utilizado en la Roma Antigua y en ciertas áreas alrededor del Mediterráneo. El método variaba considerablemente según el lugar y el tiempo donde se efectuaban.
Fue aplicado por los romanos hasta el año 337, luego de la legalización del cristianismo en el Imperio romano en 313 por órdenes del emperador Constantino, antes de que fuera declarada religión oficial del imperio.

Tal como se relata en los textos de historia, en muchos casos, antes de crucificar al reo, los romanos solían darle latigazos (flagelar) y le hacían cargar un yugo de madera (“patibulum”) durante el trayecto al lugar de ejecución. Este patibulum era posteriormente usado como travesaño de la cruz.
Según los relatos del historiador romano Tácito, en Roma se había destinado un sitio en particular para hacer estas ejecuciones, el cual estuvo ubicado en las afueras de la puerta del Esquilino.
No obstante, la crucifixión de Cristo, aparte de que fue hecha con el mayor de los escarnios, tortura y burla, se revistió de un inmenso valor para los cristianos, ya que esta muerte en la cruz se convirtió en el momento crucial de la fe, pues se cumplían las profecías anticipadas siglos antes.
Es de todos conocido, que Jesús murió crucificado como un delincuente común y tratado con la mayor crueldad y todo lo aceptó por el amor al Padre y por lograr la salvación de la humanidad. Este hecho resulta significativo para los fieles evangélicos.
La cruz se constituyó en lugar de pena y tormento, hasta el momento de la resurrección de Jesús. Este fue un acontecimiento tan grande, que transformó la historia y, además, la prédica de su pasión y muerte se convirtió, más bien, en esperanza y salvación.
Es por ello que para un evangélico, la cruz se reviste de muchos significados sobre los cuales sustenta su fe. Así tenemos que puede significar:
- Sacrificio de Jesús por el hombre, para lograr su salvación, como ya se señaló.
- Perdón de los pecados del hombre, aun cuando no lo merezca. El hombre obtiene ese perdón por la gracia de Dios, pero si se arrepiente y se aleja de todo corazón de lo pecaminoso.
- Amor, el cual quedo definitivamente demostrado por el hecho de que Jesús murió por amor por toda la humanidad.
- Poder, pues con la muerte en la cruz se demostró la fortaleza de Cristo ante la adversidad.
- Nueva oportunidad que se da al hombre de redimirse ante Dios y volver al camino del Señor, así como una nueva oportunidad de disfrutar de la vida eterna.
- Vida de paz, si se expresa la firme conversión de corazón a Dios, a amarlo y servirlo a Él y al prójimo.
- Reconciliación con Dios, quien con amor recibe a sus hijos arrepentidos de sus pecados.
En resumidas cuentas, lo que significa la cruz para los evangélicos es triunfo del amor sobre la maldad, de la esperanza sobre el desconsuelo y del bien sobre el mal.

Instrumento de redención
Todos sabemos que, a pesar de la desobediencia y el pecado cometido por el ser humano, desde los mismos tiempos de Adán y Eva, el Dios Padre amó siempre a sus criaturas, creadas a su imagen y semejanza.
Y fue tal ese amor que sacrificó a su propio hijo en la cruz para la redención y salvación del hombre.
Son muchos los significados que los evangélicos ven en la cruz, que no pueden pasar inadvertidos y siempre está presente en el día a día de todo buen evangélico.
El hombre (Adán y Eva) se dejó tentar por el maligno y contravino la expectativa el Señor Dios tenía sobre los humanos de que pudieran ser obedientes en lo que le ordenara.
Por acción del demonio, no sucedió como lo tenía planeado Dios y el hombre cometió pecado y desobediencia al Ser Supremo, aun a sabiendas que de que era contrario a los designios divinos.
Y, como sabemos, ello conllevó a que fueran expulsados del Paraíso, que tuvieran que comenzar a trabajar para ganarse el alimento con el sudor de su frente, a que la mujer tuviera que parir con dolor y que ya no pudieran disfrutar de ninguno de los privilegios que el Señor les había otorgado.
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No obstante, estos castigos, la humanidad continuó en su acción pecaminosa, desoyendo los preceptos del Señor.
De allí que, en su infinita misericordia y por el amor a sus hijos, Dios se compadeció de los seres humanos y envió a su Unigénito para que los redimiera y los salvara del infierno y los llevara a la vida eterna.
Esto, por supuesto, añade aún más significado a lo que la cruz constituye para un creyente de la Iglesia evangélica, pues se constituye en el símbolo de redención y salvación y en el instrumento a través del cual se logró que los seres humanos se reconciliara con Dios.
Es en este significado que se fundamenta el amor de los evangélicos a Jesús y lo que Él hizo por amor a sus hermanos, por todos por igual, por los que lo aceptan y los que no, también.
Debemos todos recordar que el Santo Padre dio al hombre el libre albedrío para que actuara y pudiera decidir por sí solo lo que quería hacer.
Sin embargo, ya hemos visto que no fue bien empleado y se dejó envolver por los engaños del demonio, llevándolo a desobedecer a Dios, lo cual mucho tiempo después hizo que se sacrificara Jesús en la cruz, la cual hoy se honra, a pesar del suplicio que allí sufrió Él.
Así que se da ese reconocimiento especial a la cruz por el hecho que aconteció en ella, mas no por el objeto en sí. Ese hecho trajo de nuevo el Amor de Dios al hombre, trajo también la paz, la fe, la redención y la vida eterna.
Implicaciones de la muerte de Jesús en la cruz
Es oportuno indicar aquí las implicaciones que se atribuyen al acto de la muerte en la cruz. Veamos:
- Es un acontecimiento que transformó un evento doloroso en una referencia redentora para todo el mundo cristiano. A partir de allí se comenzó a hablar de la muerte que da salvación. Es por ello que se considera el emblema universal del cristianismo, especialmente para los seguidores de la doctrina evangélica, para quienes la cruz es el pilar fundamental de su fe.
- Revela a todos que la muerte en la cruz de Jesús no constituye solo un evento de la historia del ser humano en la tierra, sino que es un hecho que trasciende a la humanidad, pues ella se nos muestra el infinito amor de Dios al hombre, amor difícil de comprender por la consciencia humana y está por encima de todo, la reconciliación de los hijos con Dios mismo y, además, le permite, si hay auténtico arrepentimiento, el poder de llegar a la vida eterna.
- Genera una relación más íntima del hombre con Dios, que se deriva de la salvación que se concede a la humanidad a través del sacrificio de Jesús.
Al respecto, cabe señalar que para poder tener acceso a esa intimidad con Dios, es importante cumplir con ciertas premisas, que muy bien expresó Cristo Jesús en sus prédicas. Veamos algunas de ellas:
- Conversión. Es el cambio interior que hay que experimentar y demostrar mediante acciones concretas para con nuestros semejantes. En este punto es importante darnos cuenta de todo lo que nos aleja de Dios y cambiarlo.
También, hay que identificar lo que nos acerca a Él y fortalecerlo para que la tentación no nos controle nuestra vida y confiar en las cualidades que se nos han otorgado. Esto es también una forma de cargar con la cruz.
- Tu prójimo. Parte del valor de la cruz está sustentado en la interrelación que se debe tener con familiares, amigos, compañeros, conocidos, desconocidos y enemigos. Ello implica superar las situaciones agradables o tensas según el momento.
Todos ellos son parte del cargar con la cruz, y a ellos debemos amar, respetar y recordar que, de alguna manera, a través de ellos se está expresando Jesús.

- Desprendimiento. Se requiere desligarse de lazos materiales y sentimentales, que no nos permiten avanzar en el camino del Señor. Al respecto es conveniente acotar que no basta simplemente con asistir a las eucaristías, rezar el Padre Nuestro o el Rosario y comportarse debidamente.
Hace falta cargar también con la cruz del desapego a las ataduras emocionales y materiales, tal como lo refiere Filipenses en 3,13-18 cuando habla sobre la parábola del joven rico que solo busca cumplir la voluntad de Dios, pensando que Él es quien se tiene que adaptar a nosotros y no nosotros a Él.
- Cargar con la cruz. Normalmente nos referimos a “cargar con la cruz” a situaciones penosas, de dolor que nos toca atravesar y es por ello que se habla en muchas ocasiones, por ejemplo, que cuando una persona vive una circunstancia difícil se dice que “está cargando la cruz que Dios le dio“, o también oímos decir “esa persona es mi cruz, pues no me deja vivir en paz“.
Con ello se está dando una fuerte connotación dolorosa a la cruz, cuando no necesariamente es así.
Al contrario, debemos destacar que la cruz no es solo dolor, pesar, dificultad e incluso injusticia, pues ya hemos visto que la cruz también significa salvación, perdón y nueva oportunidad.
Podemos afirmar categóricamente que la cruz no solo es suplicio, también es salvación, tal como lo expresa la cita bíblica de Mt. 10, 38: “El que no carga su cruz y viene detrás mío, no es digno de mi”.
Cuando Jesús en sus prédicas hablaba de que cargar la propia cruz, no solo se refería a penurias y dolores, sino también a todo lo que debemos hacer en la vida, en cada una de las vivencias cotidianas que hay que afrontar.
Al respecto, es propicio acotar que cuando a Jesús le tocó cargar con su cruz, cargó con toda la humanidad y con todo lo que ella representaba; es decir, con todas sus penas, sus alegrías, sus situaciones malas y buenas, con sus flaquezas y fortalezas. Y al decir toda la humanidad, se incluye a todos: santos y pecadores, justos e injustos, buenos y malos.

Ahora bien, ¿por qué Jesús, siendo inocente de pecado, cargó con toda la culpa humana? Pues, lo hizo por el amor del Padre hacia sus hijos y el de Él hacia sus hermanos, a quienes quería redimir con su sacrificio.
De allí que cuando se nos habla de “cargar con la cruz” realmente se está haciendo una invitación a que nos liberemos de cualquier atadura material, emocional y espiritual para así disponernos a andar el camino al encuentro del Santo Padre en una nueva oportunidad de llegar a la vida eterna.
Vale, entonces, señalar con toda propiedad que “cargar con la cruz” significa experimentar una verdadera conversión, tomando lo que somos y tenemos, y caminar con fe la senda que Jesús caminó, plenos de esperanza.

En pocas palabras, esas premisas nos hablan que debe haber una renuncia, un cambio y un permanecer e insistir para lograr sobrellevar la cruz.
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Es por ello que se debe destacar que:
- No se debe ver como una cruz todas las dificultades de nuestro diario vivir.
- No ofrecer solo aquello que produce incomodidad, dolor o incertidumbre. Es importante ofrecer la vida entera, pues Dios sabe lo que hay en ella y Él te dará lo necesario para salir con bien de dichas circunstancias difíciles. No obstante, hay que tener presente que los momentos negativos que atravesamos en nuestra vida constituyen las gracias, no comprensibles por nosotros, con las que Dios quiere que le glorifiquemos y poder estar junto a su Hijo en la eternidad.
Gloria a Dios - Ver la cruz como lugar de glorificación, exaltación y en especial de purificación, no solo de sufrimiento, pues como se ha señalado que la cruz de alguna manera le ha dado dignidad al cristiano.
Según la Biblia
Ya hemos visto que indudablemente la cruz es el símbolo más emblemático que identifica al Cristianismo. Esto es debido definitivamente a que Cristo, Hijo de Dios, murió en ella.
Para la época de la venida de Jesucristo a la tierra, ésta era la pena máxima de condena de los criminales, por lo que se convirtió en signo de maldición.
Sin embargo, este mismo signo se constituyó en símbolo de salvación y resurrección cuando fue Cristo el que murió en ella por toda la humanidad, tal como lo expresan las Sagradas Escrituras.
Adquirió también la connotación de poderío, porque se demostró el poder de Dios sobre la muerte, gracias a la resurrección de su Hijo. Así lo podemos leer en la Biblia en la primera carta de Corintios en 1:8, cuando habla que para unos el término “la cruz” significa locura, pero no lo para los que salvan, pues para ello es poder de Dios.
Igualmente en las Santas Escrituras se presenta la cruz como el momento de la confesión y expiación de los pecados. Tal como lo ha expresado Santiago cuando habla de que a través de la cruz se constituye la forma más auténtica de limpieza de nuestra alma.
Tal fue la relevancia y la santidad de su significado que el mismo Pedro cuando luchaba con sus verdugos al momento de su crucifixión, para que lo dejaran morir de otra forma distinta a la de Jesús, porque no se consideraba digno de morir como Cristo, por lo que fue crucificado boca abajo.
Fue en el siglo IV cuando, finalmente, el emperador Constantino abolió la crucifixión en el imperio Romano que él gobernaba, al convertirse al cristianismo y por piedad cristiana procedió a su prohibición.

Por otra parte, la cruz ha trascendido también el ámbito espiritual y se ha trasladado al entorno de la medicina en el que se le ha implantado como símbolo de sanidad médica. Así lo vemos reflejado en la multiplicidad de edificaciones, ambulancias, farmacias, la Cruz Roja, botiquines, etc., resaltando su misión salvadora.
Vemos, así, las dimensiones que se han derivado de la cruz en que murió Jesús, adquiriendo simbología de salvación por excelencia, así como de sanidad espiritual.
Además, es la cruz de la vida de los cristianos evangélicos, quienes predican la Palabra de Dios de salvación, perdón, amor y la reconciliación con el Todopoderoso.