Todos los dones son regalos que nos hace el Dios, como creador de todas las cosas, para que a través de nuestras habilidades ayudemos a descubrir el camino de la verdad terrenal. En este artículo podrás descubrir todo acerca del don de la ciencia, ¿Qué es? en la biblia, del Espíritu Santo y más, no dejes de leerlo te sorprenderás.
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Los Dones del Espíritu Santo
En las sagradas escrituras bíblicas se mencionan los dones del Espíritu Santo, que fueron dados al hombre para que ayudara a levantar la iglesia y comprendiera la naturaleza humana. No son súper poderes que fueron otorgados a unos y a otros no, simplemente son aptitudes innatas de cada ser humano y que son desarrolladas cuando se aprende la razón intrínseca de esa cualidad.
Todos los seres humanos venimos a este plano terrenal con una función, o mejor dicho con una tarea que debemos cumplir, pero que cada uno debe internalizar y comprender la razón de ese propósito que ha sido encomendado por el Espíritu Santo.
En las escrituras bíblicas se pueden leer que existen tres series de dones que ha otorgado el Espíritu Santo. Alguno de ellos se mencionan en Romanos versículos del 6 al 8; también se menciona en la “Primera epístola a los Corintios” en su capítulo 12, versículos del 4 al 11 y por último se hace mención a estos dones que son otorgados por el Espíritu santo en el libro de los Efesios en su capítulo 4, versículos del 7 al 13.
Los dones que se describen en estos pasajes bíblicos son el de la profecía, el servicio, la enseñanza, la exhortación, dadivosidad, el tener liderazgo y por supuesto la misericordia. Además están incluidos los dones de la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento, la fe, poder de sanidad, los poderes milagrosos, el poder de profetizar, el discernimiento de espíritus, hablar en distintas lenguas e interpretación de lenguas.
El Don de la Ciencia
Es el quinto don que nos da el Espíritu Santo para una mejor comprensión de la tierra, los seres humanos que en ella habitan, sus animales, las plantas, los océanos, mares y ríos, entendamos el universo, el cosmos. En definitiva lo comprendamos como un todo que se encuentra interrelacionado.
Si leemos o escuchamos el término ciencia, de inmediato nuestro cerebro entrelaza códigos y pensamientos, que dirigen nuestra atención a pensar en la capacidad que tenemos para conocer y entender, el contexto en el cual estamos inmersos, y poder desentrañar las leyes que rigen la naturaleza y el universo. Pero en realidad, la ciencia que procede del Espíritu Santo, no se restringe al conocimiento humano. Es un don muy especial, que lleva al ser humano a percibir a través de la creación, el gran amor de Dios por cada una de sus creaciones.
Desde el mismo momento en que, nuestra mente es tocada por el Espíritu Santo, nuestros ojos son conocedores de la grandeza de Dios, cuando observamos y apreciamos la belleza de la naturaleza y la majestuosidad del cosmos, llegando a comprender que cada una de sus creaciones nos habla de la bondad y el amor de Dios.
Aspectos teológicos del don de ciencia
Es a través del don de ciencia, como una costumbre celestial que Dios le inspira al hombre, con visos de entendimiento santificados, para que alcance el entendimiento necesario con la intermediación del Espíritu Santo, pueda juzgar con aplomo y rectitud todas las obras creadas por Él con carácter sobrenatural. Con la ayuda de este don se perfeccionar la cualidad de la fe, que induzca la percepción del conocimiento, con un toque de divinidad.
La divinidad del don de ciencia queda expresada en la Suma Teológica de santo Tomás de Aquino, en su segunda sección de la segunda parte, en su capítulo número 9. En el cual se refiere que el don de ciencia, es totalmente a la concepción que se tiene de la ciencia natural. En donde las razones que se esgrimen del por qué de las cosas, es vista bajo un enfoque en que la razón del mundo, transcurre bajo la tutela de Dios a través de la fe.
Las creaciones de Dios, no son cuestionadas
Los seres humanos que tienen la gracia del Espíritu Santo de tener el don de ciencia, reconocen al verlas las cosas que fueron creadas por Dios, sin que medie el discurso de la razón y de la fe. Dios a través de su divinidad se comunica con la persona, otorgándole cualidades especiales para que puedan apreciar bajo otro enfoque la creación divina. Es decir, la mano del Espíritu Santo interviene con su magnificencia, para que más allá de los ojos podamos ver y reconocer que lejos de este plano terrenal, existe una vida plena y eterna al lado de nuestro creador.
Es pues muy oportuno, que todos los seres humanos tengamos presente que poseer el don de ciencia, acarrea cierta preparación para poder discernir ante dos eventos que trae consigo el don de ciencia y que vienen a complementar la existencia del ser. Por un lado, quien tiene el don es bendecido con la capacidad de poder servir de pantalla para que el resto de los seres humanos puedan apreciar las creaciones de Dios.
Y la segunda cualidad que se le otorga al elegido de poseer el don de ciencia, es que a través de su palabra puede hacer ver al mundo de las cosas banales y efímeras, por las que el hombre de aferra, olvidando la vida llena y eterna que perdemos al no caminar de la mano de Dios.
No es una tarea fácil glorificar suficientemente, la creación de Dios, mucho menos lo es, saber cuánto del don de ciencia se necesita para alcanzar la perfección.
Todos, absolutamente todos los cristianos, y allí se incluyen los niños, los comerciantes, los maestros de escuela, el político, los sacerdotes, las parejas de novios, los casados, el policía, los jóvenes, en fin todos necesitamos ser santificados con el don de ciencia para que nuestros pensamientos estén libres de condicionantes, que nos limiten nuestra apreciación del mundo en que vivimos, más allá de las cosas que son tangibles y trascender hacia lo imperceptible por los sentidos.
El don de ciencia y los Santos
Bienaventurados todos aquellos a los que Dios ha bendecido con este maravilloso don. Al igual como dice en las santas escrituras que hizo con Jacob, a quien según “Dios le dio la ciencia de los santos”, cuando este huía de su hermano Esaú, enriqueciéndolo cuando se encontraba fatigado y recompensó inmensamente su trabajo.
El don de ciencia siempre ha estado presente tanto en los creyentes y los no creyentes, a través del cual es revelado el mundo de Dios. Para ellos el mundo ya no es un ancla que los hace inmóviles, tampoco es un despiste o una provocación, más bien se convierte en el camino ideal para crear la comunión perfecta con Dios creador.
San Francisco de Asís
Por ejemplo, San Francisco de Asís, quien dentro de la religión católica es uno de los santos más versados, ya que era capaz de cautivar a los creyentes y no creyentes, por su inigualable imaginación frente a la pobreza, la castidad y la obediencia, demostrados con hechos en su vida.
“Abrazaba todas las cosas con indecible devoción afectuosa, les hablaba del Señor y les exhortaba a alabarlo. Dejaba sin apagar las luces, lámparas, velas, no queriendo extinguir con su mano la claridad que le era símbolo de la luz eterna”
“Caminaba con reverencia sobre las piedras, en atención a Aquel que a sí mismo se llamó Roca…Aquel que es la Fuente de toda bondad, el que será todo en todas las cosas, se comunicaba a nuestro Santo también en todas las cosas”
(Tomás de Celano, II Vida cp.124).
San Juan de la Cruz
Por otro lado, San Juan de la Cruz, que se paseó su vida entre ser místico y poeta, encuentra palabras maravillosas, para hacer saber las maravillas que se producen al dar a conocer el don de ciencia.
Mil gracias derramando
Pasó por estos sotos con presura,
Y yéndolos mirando,
Con sola su figura
Vestidos los dejó de su hermosura.
Canción V
Con esta canción San Juan de la Cruz hace referencia a cómo las criaturas responden al alma, como dice San Agustín es el testimonial que dan de la grandeza y magnificencia de Dios. Es a través de esta canción que se exterioriza el cómo Dios pudo crear todas las cosas que habitan la tierra, con tal destreza y celeridad, dejando su marca en cada una de ellas para que se conociera su grandeza.
Les dio a cada creación el ser, las proveyó de gracias y virtudes celestiales. Una hermosura que se dio con tal orden que mantiene una dependencia inseparable una de la otra, fue tanta la sabiduría que se tuvo por parte de su creador que la acción la comanda su Hijo único.
“Aunque muchas cosas hace Dios por mano ajena, como de los ángeles o de los hombres, ésta que es crear nunca la hizo ni hace por otra que por la suya propia”
“Y así el alma mucho se mueve al amor de su Amado Dios por la consideración de las criaturas, viendo que son cosas que por su propia mano fueron hechas”.
Cántico: 5,3
Contemplar el mundo a través de los ojos de un alma creyente que esté bendecida por el don de ciencia, es encontrarse frente a un ser humano que ha encontrado una genuina tranquilidad, que viene acompañada de luz celestial y la sabiduría proveniente de Dios. El don de ciencia saca a relucir, muy particularmente la fascinante belleza del alma humana que se encuentra presente en la gracia divina.
Santa Catalina de Siena
Esta purísima Santa fue bendecida con consolaciones y en ocasiones de visiones celestiales, tampoco estuvo exenta de pruebas muy duras. Satanás invadía su mente y producía en su imaginación visiones escalofriantes, en ocasiones les presentaba figuras extremadamente atractivas con la intención de hacerla pecar. Atravesó por periodos muy largos de desolación, en los cuales llegó a pensar que Dios la había abandonado.
Hubo un día en el cual se le apareció Dios, tras aquellos largos periodos de desolación, y Catalina le exclamó “Señor mío, ¿dónde has estado mientras yo me encontraba tan cerca de esas terribles tentaciones?” A lo que El Señor le respondió: “Amada hija mía, yo siempre me mantuve en tu corazón, para darte la entereza con mi gracia”. Desde entonces se mantuvo dentro de sí, de manera más expresiva, ya que la prueba estaba muy cerca de concluir.
Corría el año de 1366, cuando el Señor se le reveló nuevamente a Catalina, la cual se encontraba en su cuarto en su retiro para orar. Esta revelación de Jesús se hizo presente su Santísima Madre en compañía de un coro angelical. Catalina fue tomada de la mano por la Virgen y la llevó a la presencia del Señor, este colocó un anillo de compromiso en su dedo, diciéndole que ya podía anunciar que era amada por el altísimo.
El señor le expresó a Catalina, que deseaba unirse a ella para trabajar más por la caridad hacia el prójimo. Raimundo de Cápua, un beato que siempre acompañaba a Catalina, relató que en innumerables ocasiones Dios se le apareció a Santa Catalina estando sola e incluso en ocasiones estando reunida con familiares, amigos y feligreses.
Santa Catalina asistida por su fiel beato Raimundo de Cápua se decide a componer un libro. Fue asistida por su compañero ya que ella no sabía escribir, le fue dictando a su amigo, quien relató que la inspiración de Catalina fue producto del Espíritu Santo. Su composición mística se tituló “Dialogo de Santa Catalina y está compuesto por cuatro tratados.
Pero mucho antes de ser bendecida con el don de ciencia para componer su obra, esta se manifestó en varias ocasiones, unas veces en Siena, otras en Aviñón y en Génova, donde fue abrumada por preguntas de los teólogos, a los cuales dejó maravillados por la calidad de sus respuestas.
Santa Teresa de Jesús
A través del don de ciencia es como Santa Teresa de Jesús, puede captar muy vívidamente el engaño en que vive la humanidad. Ella es capaz de ver todo al derecho y al revés, ya que capta la visión del mundano y de cómo para ella era posible ver las cosas, debido a su antigua manera de vivir que se basaba en una total mentira.
Doña Luisa de la Cerca quien era muy amiga de Santa Teresa de Jesús, en una oportunidad quiso vanagloriarse con esta y le mostró su colección de joyas, suponiendo que le iba agradar verlas. Pero Teresa de Jesús a su interior no podía contener de reírse pensando en cómo los hombres son capaces de adorar y apreciar mucho más unas alhajas que adorar al Todopoderoso.
Quien posee el don de ciencia, solo es capaz de discernir que en toda la creación de Dios está presente esta virtud que muy pocos elegidos son aptos de comprender y trabajar para mejorar esa virtud. Es a través de estas bendiciones que es posible ver las verdades ocultas en la creación, de otra manera sería cuesta arriba adquirirlas con el correr del tiempo, es una obra divina y celestial.
Con el don de ciencia también somos capaces de ver el pecado, aunque este trate de ocultarse en la cotidianidad de las personas. Quien posee este don se le hace muy sencillo distinguir con mucha seguridad y facilidad, las acciones que ofenden a Dios y degradan la fe, las normas contrarias al evangelio, así esas prácticas sean aceptadas por la mayoría de las personas en el mundo y aun entre los mismos cristianos, tales como: las costumbres, el vestir, la manera de pensar, las diversiones, entre otras.
El elegido para trabajar en función del rescate de los descarriados, es provisto de la capacidad de entender y predecir su entorno, haciendo uso de una ciencia espiritual luminosa, apartando la vanidad de aquello que el mundo no comulga con lo ordenado por Dios.
El Señor le hizo ver a Teresa de Jesús a través del don de ciencia, con un brillo y esplendor:
“¿Conoces lo que es amarme realmente? Comprender que todo lo que nos es agradable a mí es mentira. Te mostraré con absoluta claridad, lo que ahora no entiendes y que se aprovecha de tu alma”
“Ya todo fue visto y el Señor sea honrado, y después de haber visto tanta vanidad y engaño, creo que todo lo que no se ha visto será conducido al servicio de Dios. No soy capaz de explicar lo que yo he entendido después de ver, y me produce un pesar lo que miro en la oscuridad, y que forma parte de esta gran verdad que se me muestra frente a mi”
Isaías 40:1-2.
A todo Santo, a través del don de ciencia es sacado de las sombras del engaño colectivo, por tanto, abre los ojos, se mantiene alerta ante el letargo que lo hacía estar desmotivado espiritualmente, como al resto de los creyentes pero no practicantes.
Preparación para recibir los dones
Para poder recibir el preciado don de la ciencia es necesario que nos preparemos con anterioridad en practicar la renovación de nuestra fe y otras virtudes teologales.
Don de ciencia y la oración
Es a través de la oración, el ejercicio de la meditación como podemos ir preparándonos para ser merecedores de recibir por parte del Espíritu Santo, todos sus dones y en especial el don de ciencia que en unión de los demás dones nos permiten desarrollar una mejor comprensión de nuestra realidad, entenderla y en la medida de lo posible ganarla para el agrado de nuestro creador.
Presencia de Dios en todo
Es necesario que veamos en cada criatura sobre la faz de la tierra la presencia de Dios. Él está presente en todo lo que sea parte de su obra, negar esta posibilidad es negar su presencia misma, el Todopoderoso les da el ser, el existir desde su misma concepción hasta que logren alcanzar el propósito para el cual fueron elegidos.
Libertad de ser
Importante que seamos capaces de pensar, conversar y actuar con total libertad siempre y cuando se respeten las normas que como cristianos estamos llamados a cumplir y hacer cumplir. No debemos ser temerosos de poder inferir que una gran parte del la humanidad se encuentra al cobijo de las tinieblas y cometiendo los más graves errores por no estar en conexión con la gracia del Espíritu Santo.
Elevar oraciones ante el creador para que el don de la ciencia venga acompañado del don de la fortaleza, sin el temple que este último otorga rara vez lograremos superar las interminables provocaciones a que nos veremos sometidos por las fuerzas de la oscuridad para que nos desviemos del camino del bien.
Dios nos muestra
Dios nos muestra el camino correcto que debemos transitar, nos indica el cómo debemos actuar. Pero está en nosotros procurar asirnos de la mano de Dios a través de aprender a leer en las santas escrituras, tal cual como lo haríamos a diario cuando nos enteramos de los acontecimientos con tan solo leer un periódico local, nacional e internacional. Dios es nuestro único guía y por medio de su palabra podemos comprender todo lo que sucede y lo que está a punto de ocurrir a corto, mediano y largo plazo.
Don de ciencia: Fieles y humildes
Estamos llamados a ser seres de luz cuando somos escogidos para recibir el don de la ciencia. Pero también estamos obligados a ser fieles en nuestras creencias y humildes de corazón para no vanagloriarnos sino más bien para glorificar al Señor.
¿Cuál es la naturaleza del don de ciencia?
Los elegidos por el Espíritu Santo para ser merecedores del don de ciencia, deben ser individuos con una habilidad extraordinaria que es inspirada por Dios, con una gracia celestial.
A continuación tratamos de explicar algunas terminologías que nos permitirán comprender mejor la real naturaleza de este maravilloso don del Espíritu Santo.
Hábito sobrenatural
No es una ciencia de la humanidad, tampoco lo es filosófica, a través de la cual se puede originar un conocimiento palpable y cierto de todas las cosas. Tampoco es algo producto de la deducción que se genera del razonamiento natural, de sus principios o causas. No se puede comparar a la ciencia teológica, con la que se pueden deducir todas las verdades que fueron reveladas por Dios.
Tiene que ver con el conocimiento que procede de la divinidad, canalizado por el Espíritu Santo, que permite que se expanda nuestro entendimiento y visión a objeto de poder apreciar adecuadamente la relación existente entre todas las cosas de la creación. Es una práctica inseparable de la gracia divina, que no tiene ningún parecido con los hábitos que vamos adquiriendo a través del paso de nuestras generaciones.
Inteligencia del hombre.
Es pues el don de la ciencia, una práctica que se anida en la comprensión y entendimiento del hombre, tal cual como si lo fuera una cualidad de la fe que va perfeccionándose al pasar de los tiempos.
El Espíritu Santo, como una guía.
Es motorizada toda su fuerza por la intervención del Espíritu Santo, quien es el encargado de proponer con su divinidad la gracia de que se genere un movimiento en la inteligencia humana para que sea llamado a juzgar justamente todas las cosas creadas por Dios, con un matiz divino y con algún vestigio de naturalidad, que solo los justos son capaces de tener y de emplearlo de forma espiritual.
Juicio ecuánime
El don de la ciencia se distingue del resto, ya que es capaz de comprender sin sesgos las verdades reveladas, ya que fueron provistos de una gran intuición sobrenatural. De esas verdades no emite juicios a priori, llanamente se deja guiar por la magnificencia del Espíritu Santo y es a través de él que emite un juicio de valor de todas las cosas creadas por el Todopoderoso.
Visión sobre toda la creación
Quien tiene la gracia de poseer el don de la ciencia, lleva la responsabilidad en sus hombros de velar por la verdad y la comprensión de todo lo creado por Dios. Todo lo creado se puede decir que se comunica en forma angelical con él, tiene la capacidad de atraer o alejar a toda criatura de obrar a favor o en contra de las santas escrituras.
Es decir, aglutinar fuerzas para luchar en el logro de incrementar la fe o también puede obrar para hacer notar en los fieles que su comportamiento no es cónsono con los designios de Dios.
Don de Ciencia y su importancia
A través del don de ciencia se hace realidad que nuestra fe llegue al clímax de su propagación y desarrollo. No solo es importante conocer e internalizar las verdades que fueron reveladas por el creador, además se hace necesario potenciar el don del entendimiento. Para poder revelar y discernir apropiadamente entre esas verdades reveladas y el mundo real en el cual nos desenvolvemos y que es totalmente distinto al de nuestras percepciones angelicales.
De no contar con esa intuición celestial, nuestra fe correría peligro ya que nos veríamos atraídos y persuadidos por la magia de toda la creación, alejándonos de la correcta manera de interrelacionarnos con nuestro mundo sobrenatural. Seríamos víctimas de los constantes errores que en definitiva nos alejan del camino de la divinidad. El ejercicio diario ratifica que el don de ciencia presta un invaluable servicio al mantenimiento y reafirmación de nuestra fe.
Propósitos del don de ciencia.
Son incontables los propósitos que tiene para el alma el don de ciencia y todos ellos son muy gratificantes. A continuación se mencionan algunos de los más resaltantes:
Nos guía para juzgar con rectitud a todas las creaciones de Dios
Decía el Padre Philipon, que bajo el impulso del don de ciencia se producía un doble movimiento el alma del creyente. En primer lugar se genera una sensación de vacío en el ser, de su interior y también a los ojos de la creación misma por el descubrimiento de que existe la mano de Dios y está presente en todas las cosas que vemos, oímos y tocamos.
También ese mismo don de ciencia producía en Santo Domingo que este estallara en llanto, de solo imaginar la suerte que corrían los humildes pecadores. Igual sentimiento embriagaba a San Francisco de Asís al observar el magnífico espectáculo de la naturaleza, en su renombrado cántico al Sol. Estas dos expresiones de sentimiento, son recogidos por San Juan de la Cruz en un pasaje de su cántico espiritual, donde se hace una descripción de la sensación de alivio y tormento en un alma de la creación.
Para San Ignacio de Loyola el poder contemplar la espectacularidad de una noche estrellada le producía tal sentimiento de alivio, que le permitía poder aclarar su mente y entender con más facilidad las verdades reveladas.
Para Santa Teresa de Jesús el poder contar con el don de la ciencia, le permitía poder explicar con mayor facilidad todas las cosas de Dios, y para ello se valía de hacer comparaciones y similitudes, de las mismas ocas de la creación de Dios.
Hacer una guía acertada referente a todo lo que tenemos que creer o no creer.
Todo aquel al cual se le otorga a través del Espíritu santo el don de ciencia y actúa en él intensamente, de por sí de manera instintiva poseen el sentido de la fe. No se hace necesario poseer estudios de teología, tampoco es excluyente el que no sepan leer ni escribir, solo basta que tengan una gran devoción, para estar en sintonía y de acuerdo a la fe.
Responder de las razones que tienen para haber sido bendecidos con este don, es muy difícil de explicar, pues no lo saben a ciencia cierta. Solo lo sienten y lo saben con una fe incorruptible y una seguridad inquebrantable, tal cual como le sucedió a Santa Teresa de Jesús que a pesar de humildad y entregada a las enseñanzas de sus confesores, jamás pudo aceptar la equivocada doctrina en la cual encontrándose en determinados estados elevados de oración convenía privarse de la consideración de la humanidad angelical de Cristo.
Ver con rapidez y convencimiento el interior de nuestra alma.
Para aquel que posee el don de ciencia todo le parece diáfano y cristalino, a los ojos penetrantes del examen de los actos en los que nos vemos involucrados, las maquinaciones secretas de nuestro corazón, nuestras virtudes, la bondad, la malicia, principios, valores, nuestras verdaderas intenciones, los defectos que como humanos podamos tener, en fin están abiertos a cualquier inspección y comprometidos con las consecuencias de nuestro proceder.
Inspiración para tener un comportamiento cónsono para con el prójimo y alcanzar la vida eterna.
Los llamados a tener el don de ciencia sienten que hay algo más allá de lo normal que influye en ellos para que obren con prudencia y perfeccionen aun más su comportamiento. Un buen guía espiritual conoce el actuar de cada uno de sus hijos, sabe de las necesidades espirituales, que medicina hace falta para curar sus inquietudes, conoce los tropiezos que se le presentan a diario e impiden su perfeccionamiento.
Es capaz de colocar para su consideración el camino que lo llevará a alcanzar la divinidad, a pesar de lo difícil del camino reconoce cuando es tiempo de un consuelo o por el contrario cuando debe exigirle más. Los orienta para que reconozcan como actúa Dios en sus almas y les conmina a lo que deben hacer para contribuir con la obra del Señor y cumplir su mandamiento.
El ser que tiene la venia de contar con el don de ciencia, tiene la capacidad de estar más consciente de sus virtudes en conocer las verdades reveladas. Pueden ver más allá de lo que cualquier ojo humano es capaz de apreciar ya que conocen la verdad. Si notan que se alejan del camino de Dios pueden percibirlo de inmediato y enrumbarse nuevamente por el sendero de la verdad, notan las deficiencias en donde un humano promedio no es capaz de notar cambio alguno.
Logra que seamos desprendidos de las cosas terrenales.
Obra el don de ciencia, para que seamos capaces de juzgar correctamente todas las cosas creadas por Dios. Solo el don de ciencia le concede la gracia al santo para que tenga una visión bastante marcado respecto a la necesidad que se tiene de ser desprendidos totalmente de las cosas o tesoros terrenales.
Tal es el caso de Santa Teresa de Jesús a la que su amiga le empezó a mostrar la colección de joyas que ella poseía, con la idea de que esto sería de su agrado. A pesar de no sentirse ofendida por tal actitud de su amiga, Teresa de Jesús sintió una pena profunda por ver cómo algunos seres son capaces de atesorar joyas en vez de atesorar el amor hacia Dios en sus corazones.
Colma del más profundo sentimiento de arrepentimiento por los errores pasados.
Por intermediación del don de ciencia es posible conocer sin mucho esfuerzo lo frágil del ser humano, su frivolidad, su apego a lo material, su imposibilidad de ser feliz, la falta de conexión con las cosas espirituales, en fin con todo lo que no permite que el alma trascienda hacia la plenitud que da estar en sintonía con nuestro Padre Creador.
También es posible sacar del marasmo en que a veces cae el ser humano por los apegos a épocas pasadas, a su deseo incomprensible de tener un alma hundida en la miseria que trastoca profundamente los deseos de superación ganados a través del arrepentimiento.
Gloria y frutos
Le corresponde al don de ciencia referirse a la tercera bienaventuranza del evangelio:
“Bienaventurados aquellos que lloran, ya que ellos merecerán un consuelo”
Mateo 5:5
Esto forma parte de los méritos otorgados por la gracia divina, las lágrimas son la señal inequívoca del profundo arrepentimiento del ser y de lo ganado que está en obrar correctamente para alcanzar la vida eterna. El hombre justo es impulsado a llorar por lavar a través de ellas los errores cometidos en vidas pasadas, y el premia ante tal actitud es que se transita en esta vida y se alcanza plenamente en otra la entrada a la vida eterna.
Los frutos del Espíritu Santo, que corresponden al don de ciencia, es la certeza real de poseer la capacidad de interpretar las verdades reveladas y gozar a plenitud de ese conocimiento espiritual.
Lo contraproducente al don de ciencia.
Para Santo Tomás de Aquino cuando alude en su prólogo referente a los “pecados contra el don del entendimiento” hace mención a la “ignorancia” como algo que es contraproducente al don de ciencia. Según Santo Tomás, un hecho indispensable para terminar con el cúmulo de errores en cuestiones de la fe, indudablemente que lo es el don de ciencia. Debido a que nos vemos invadidos de costumbres que se encargan de erosionar nuestras creencias a causa de nuestra ignorancia.
Dicha ignorancia o desconocimiento de un tema, no solo se suscribe al ser inculto, también se nota entre los teólogos y otros expertos en la materia. Muy a pesar de tener muy en claro sus creencias y los estudios realizados, circulan entre ellos infinidad de criterios en materia de doctrinas que a fin de cuentas todas caen en la falsedad, ya que una sola es la verdad.
La ignorancia pues es la culpable de constituirse en un verdadero vicio que va en contra del don de ciencia. Y esto es porque se enquista voluntariamente en nuestro espíritu a través de cosas vanas y en las ciencias de la humanidad, permitiendo que nos aboquemos más al estudio de las ciencias fácticas, que a encontrar las respuestas a nuestra propia salvación.
Fomentando el don.
Muy lejos de creer que solo a través de la oración, el correcto actuar, la fe, la fidelidad y el recogimiento espiritual podemos fomentar los dones del espíritu santo y en este caso particular el don de ciencia, nos quedamos corto. También lo podemos hacer cumpliendo con los siguientes referentes:
- Valorar la ostentación por las posesiones terrenales
Tener apegos o atesorar cosas terrenales, nos impide ser considerados para obtener la bendición del don de ciencia. Para lograr este cometido tenemos que ser capaces de poder discernir a través de la meditación entre lo que decimos y como actuamos. Jamás Dios nos pedirá más allá de nuestras posibilidades de dar, y a aquellos que solo dan en la medida de sus posibilidades, nunca le negará la ayuda para que alcancen un progreso espiritual.
- Aprender a la conexión de Dios con todas las cosas creadas.
Es imprescindible tener un punto de coincidencia en relación a la capacidad de poder observar a través de las criaturas sin que estas no los impidan. En cada cosa que observemos debemos hacer el esfuerzo en en buscar la huella y rastros de Dios, dejando actuar por nosotros al Espíritu Santo.
- Ir en contra a las normas que impone el mundo.
Los seres humanos se dejan arrastras por las normas auto impuestas por la sociedad y al privilegio que se le dan a ciertas cosas de la vida. Estas normas contravienen las leyes que se revelaron con la verdad espiritual, se deja de lado la conexión con Dios, por darle un puesto de relevancia al goce de las criaturas y su felicidad.
No es posible estar en armonía con el don de ciencia, si seguimos apegados al goce de festividades y celebraciones que contravienen las leyes dictadas cuando fue revelada la verdad, es necesario dejar de lado los ambientes malsanos de nuestras sociedades. Hay que estar atentos ante el acoso de nuestros enemigos que desean apartarnos del camino del bien.
- Observar la mano de Dios en el comando del mundo.
Nuestras vidas siempre debe estar regida por la poderosa mano de nuestro creador. Resulta imposible de creer que esto pueda ser posible sin que antes actúe en nuestras vidas y alma el don de ciencia. Es una creencia de fe que Dios siempre cuida de cada una de sus creaciones. Es el padre de cada una de las criaturas y el conoce mejor que nosotros mismos lo que mejor nos conviene, nos guía con mucho amor aunque en ocasiones no logremos comprender en su totalidad todos sus secretos, respecto a nuestra familia, el mundo y sobre nosotros mismos.
- Ocuparse de preservar la pureza del corazón.
Estar consiente de este detalle es garantía de que atraeremos la bendición de Dios, es sumamente importante conservar intacta la pureza del corazón, ya que de otra forma no será posible que nos sean dados los dones que requerimos para alcanzarla del todo si no somos fieles a su gracia. Existe una relación directamente proporcional entre lo que se guarda en nuestros corazones y el fiel cumplimiento de todas las normas reveladas por el altísimo.
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