Biografía de la Beata Mercedes de Jesús Molina

La vida de la Beata Mercedes de Jesús Molina es un ejemplo de entrega total a Dios y del amor y servicio al prójimo, sobre todo aquellos más vulnerables y necesitados.

Mercedes de Jesús Molina

Fue una mujer que tomó el camino del sacrificio, la bondad, la oración y la meditación, siendo un modelo de vida ejemplar, de amor al desprotegido y de entrega y sacrificio.  Si desea conocer mucho más sobre ella continúe leyendo el articulo

Mercedes de Jesús Molina

La ciudad de Baba, para entonces Provincia del Guayas, en el suroeste de la provincia de Los Ríos, cabecera del cantón Baba, en Ecuador, vio nacer a Mercedes Molina de Ayala, el día 20 de febrero de 1828.

Hija de Don Miguel Molina y Arbeláez y de la Sra. Rosa de Ayala y Olvera, tenía dos hermanos, María y Miguel Molina y Ayala.

Era hija de una familia adinerada, dueños de haciendas cacaoteras y productores de frutos tropicales, la conocida “Hacienda Guayabo”.

Fue bautizada el 5 de marzo de 1828, con menos de un mes de nacida en la ciudad de Pueblo Viejo.

En 1830 murió su padre, cuando Mercedes contaba con apenas dos años, quedando a cargo de su madre, que siendo una dama respetable se dedicó a la crianza y educación de sus hijos, enseñándole a seguir y ser firme en sus valores, practicando la justicia y la solidaridad.

Mercedes de Jesús Molina

Recibe su Primera Comunión y su Confirmación en mayo de 1839, de las manos de Monseñor Francisco Javier de Garaicoa.

Cuando contaba con unos trece años su belleza era motivo de admiración entre los jóvenes solteros que solían rondar su hogar, con intensiones románticas. Sin embargo, esta etapa fue opacada por una gran tristeza, su madre, Doña Rosa, falleció en 1841.

El dolor, la amargura y el luto embargaron el corazón de la jovencita, es indecible las tristezas que la agobian, primero huérfana de Padre y ahora de madre.

En 1844 se residenció en Guayaquil, donde vivió con una amiga cercana de la familia por cinco años. Posteriormente en 1849 su hermana María se estableció en la ciudad y Mercedes se fue a vivir con ella.

Fue una época donde aceptó la propuesta de casamiento de un joven, recién cumplidos sus veintiún años. Sin embargo, el interés por dos caminos muy diferentes se presentaba ante ella, totalmente opuestos, la idea del matrimonio brillante o la vida religiosa en una total entrega a Dios.

Esta duda se arraigó en su mente, aun no decidía que hacer cuando sufrió un accidente en una hacienda familiar. Mientras practicaba equitación, una caída del caballo provocó la fractura de uno de sus brazos.

Durante su recuperación estuvo leyendo algunos libros, entre ellos la biografía de Mariana de Jesús. Este libro fue una gran y definitiva influencia en su decisión, viendo a Jesús de otro modo y sintiendo su llamado ahora más que nunca.

El interés por el matrimonio no logró imponerse, ante su vocación. Con un poco más de veinte años canceló el compromiso. Renuncia al matrimonio, para iniciar su misión de servicio y entrega al prójimo, dirigiendo un orfanato. Se dedicó a la acción social y evangélica totalmente.

Esta joven acomodada dio un giro a su vida, renunció a su herencia familiar, entregando todos los bienes que tanto su padre como su madre le heredaron.

 

Sin embargo, sí hizo uso de la más importante e invaluable de las herencias, su educación, una formación intelectual y artística que pocas mujeres de la época podían tener.

Decidió a tomar el hábito mercedario, dedicando su vida a la oración, la penitencia y la mortificación, el ayuno y las obras de caridad.

En 1850 el Padre Luis Segura un jesuita que fue su confesor, notó que su disciplina era extrema, las penitencias y castigos a su cuerpo eran extremas, su día era dedicado a la oración casi totalmente y las pocas horas que le restaban asistía a misa, rezaba el rosario y elaboraba algunos trabajos manuales.

Su modelo fue Mariana de Jesús y adoptó para sí misma esa misma disciplina extrema que ella. El Padre Carbó se percató de los daños físicos notables a simple vista y autorizo puntualmente algunas.

Pasado el tiempo tuvo otro confesor, que autorizó este tipo de mortificaciones y penitencias, lo que empeoró su salud notablemente.

Hacia 1862, comenzó a tener experiencias místicas y fue cuando comprendió que Dios le pedía que fundara un colegio religioso.

Decidió llamarse Mercedes de Jesús, nombre con el cual se le conocería para siempre y mantuvo una vida de ayuno, sacrificio y oración.

En muchas oportunidades se le veía recorrer la distancia de su casa a la Iglesia de rodillas, aun cuando intentaba ser discreta y hacerlo en horas poco concurridas.

Estas acciones en muchas oportunidades generaban habladurías y comentarios malintencionados. Fue tildada de beata y su forma de proceder y vivir fue conocida por casi todo Guayaquil.

Para esa misma época conoció al Padre Millán, que también fue su confesor y facilito el contacto entre ella y Narcisa de Jesús Martillo Morán, quien era también llevaba sus mortificaciones y penitencias de manera similar e igualmente profesaba un gran amor a la cruz.

En 1870 se trasladó a Gualaquiza, donde emprendió una ardua labor evangelizadora, además trabajo como enfermera y docente entre los indígenas conocidos como jíbaros.

Conocida como la Rosa del Guayas, Mercedes Molina destaco en su época por su devoción y espiritualidad, además de su profundo deseo de llevar el amor de Cristo a otros más necesitados.

La vida de Mercedes de Jesús Molina fue profundamente serena, reflexiva y contemplativa, pero muy activa, que se demuestra en sus obras, como lo fue la fundación de la Familia Religiosa en la Iglesia de Ecuador: las Hermanas Marianitas, que tuvo como lema: ¡Seamos misericordiosas, allá donde haya dolor humano!

Su cuerpo envejecido y deteriorado de forma prematura por tan extremos castigos al que ella lo sometió con penitencias y mortificaciones, dio su último aliento el 12 de junio de 1883.

Descansa en la casa donde fundó la Congregación de las Marianitas, ubicada en ciudad de Riobamba.

Instituto de “Hermanas de Mariana de Jesús”

La Beata Mercedes de Jesús Molina, fundó el Primer Instituto Religioso en la Iglesia de Ecuador, el Instituto de “Hermanas de Mariana de Jesús”, en Riobamba el 14 de abril de 1873. Nombre que escogió en honor a la Santa ecuatoriana, de quien asumió su espiritualidad.

No existe duda que la ahora beata fue pionera en la educación de la mujer en su país, pues en ese entonces la educación era un derecho y un privilegio de los hombres y de las personas con dinero y poder, que recibían educación en sus hogares de las manos de maestros e institutrices.

Para las mujeres no había la posibilidad de recibir educación, ya que no  existían escuelas para eso.

Por lo tanto, puede deducir que esta mujer de increíble espiritualidad, fue quien abrió el camino en un lugar y en un tiempo donde realmente a nadie le importaba hacerlo.

Creadora de una pedagogía que se centra en el método:

  • Directo
  • Práctico
  • Integral
  • Interpersonal
  • Grupal.

Se trazó metas y objetivos claros, precisos y definidos, que llevo adelante manteniendo una relación y acción personal, individualizada, persistente, directa y hasta maternal.

La describieron como una persona moderada, serena, amable, accesible, respetuosa, pero muy firme y segura. De trato sencillo y abierta al dialogo.

El Instituto Mariana de Jesús, es de espiritualidad misionera, se enfoca en el servicio al ser humano más vulnerable, necesitadas y desprotegido.

Mercedes de Jesus Molina

Beatificación

La historia de este proceso fue de casi cuarenta años, primeramente, su Santidad el Papa Pío XII decretó el inicio de la causa de su beatificación, el 8 de febrero de 1946.

Para el 27 de noviembre de 1981, el Papa Juan Pablo II esxtendio por escrito el Decreto sobre las Virtudes Heroicas y designo a  Mercedes de Jesús Molina, como Venerable.

Posteriormente el 1 de febrero de 1985, cuatro años despues de recibir el titulo de Venerable, la Rosa del Guayas,  fue beatificada.

Esto ocurrió durante la visita pastoral que el Santo Padre Juan Pablo II llevo a cabo a la ciudad de Guayaquil.

Algunas de las palabras que pronunció el Santo Padre en su Homilía del viernes 1 de febrero de 1985 en Guayaquil rezan:

Una humilde hija de esta tierra, la Beata Mercedes de Jesús Molina, recibe hoy aquí, no lejos de su aldea natal de Baba, entonces cantón de Guayaquil, hoy provincia de Los Ríos, el reconocimiento de sus virtudes.

En ella veneramos una cristiana ejemplar, una educadora y misionera, la primera fundadora de una congregación religiosa ecuatoriana que como un inmenso rosal, según el sueño y la inspiración de la Madre, se extiende ya por diversas naciones”.

Mercedes de Jesus Molina

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